Descubren 3 libros envenenados en una biblioteca de Dinamarca

El arsénico es una de las sustancias químicas más venenosas del mundo y puede resultar mortal

El nombre de la Rosa, la novela del italiano Umberto Eco, cuenta la historia de un monje loco que envenena un libro de Aristóteles para matar a todos los lectores que se lamen los dedos al pasar las páginas intoxicadas. Una historia de ficción que, sin embargo, podría haber ocurrido en la vida real. Porque dos investigadores de la Universidad del Sur de Dinamarca, un bibliotecario y un químico, acaban de encontrar tres libros envenenados con grandes cantidades de arsénico en la biblioteca de la universidad.

En un artículo publicado en The Conversation, los propios autores del descubrimiento explican que habían descubierto previamente cómo algunos pergaminos antiguos se habían utilizado para hacer las portadas de algunos libros mediavales. Por eso decidieron llevar esos libros sobre temas históricos al laboratorio de rayos X: para intentar leer el contenido de esos pergaminos reciclados. "Entonces descubrimos que era muy difícil leerlos por la gruesa capa de pintura verde que oscurecía la antigua letra hecha a mano", explican en el artículo.

Según cuentan, "el análisis reveló que la capa de pigmento verde era en realidad arsénico. Elemento químico que está dentro de las sustancias más tóxicas del mundo y cuya exposición al ser humano puede llevar a irritación del estómago, irritación del intestino, náuseas, diarrea, cambios en la piel, irritación de los pulmones, desarrollo de cáncer e incluso la muerte". En la época victoriana, de hecho, el uso de este tóxico como elemento colorativo para las paredes supuso el envenenamiento y muerte de muchas personas.

De todas formas, los investigadores especulan con que la capa de arsénico no fue utilizada con fines envenenadores ni estéticos, sino como protección contra las termitas y demás insectos que pudieran deteriorar los libros. Sea como sea, "ahora la biblioteca almacena nuestros tres volúmenes venenosos en cajas de cartón separadas con etiquetas de seguridad en un gabinete ventilado y planeamos digitalizarlos para minizar el manejo físico", apuntan los autores. Después de todo, y esto es lo peor, "la toxicidad del arsénico no disminuye con el tiempo".

Dicho esto cabe recordar que, más que matar personas, lo que suelen matar los libros es la ignorancia.