Tú no tienes la culpa de contagiarte de coronavirus

La presión social también juega un papel importante a la hora de quedarnos en casa, lo que no puede suceder es que esto nos genere vergüenza si por algún motivo acabamos contagiándonos

Al principio de todo, antes de que se llegara a un estado de alarma, cuando los fallecidos podían contarse con los dedos de las manos, esta crisis del coronavirus no nos preocupaba tanto. Había rumores que nos hacían dudar de cualquier tipo de estornudo o tos que nos naciera de dentro o que hubiera a nuestro alrededor. Incluso llegaste a sospechar de esa persona con un pañuelo en las manos que se sentó a tu lado en el autobús. Pero cuando todo seguía abierto, ver a alguien por la calle con mascarilla seguía siendo toda una sorpresa. Alarmante, pero "exagerada", pensabas. 

Desde el pasado 14 de marzo la sospecha no solo era una realidad, sino que se decretaba que la gran mayoría debía permanecer en casa: salidas pocas, para comprar y para cubrir los servicios mínimos. Incluso con un permiso de la empresa en la que trabajes. Contagiarse ahora es mucho más complicado pero, ¿y si te pasa? ¿Y si no estás tomando las precauciones necesarias? Es aquí donde puede aparecer la culpa o la vergüenza.

El coronavirus es altamente contagioso y se propaga de persona a persona como un fuego que se extiende de árbol en árbol sin control. Se transmite a través de gotitas respiratorias o superficies infectadas entrando al cuerpo a través de la nariz, los ojos o la boca. A día de hoy el coronavirus ha infectado en España a más de 94.000 personas y se ha llevado más de 8.000 vidas. Las cifras nos asustan tanto que entrar dentro de alguno de esos grupos no solo nos genera pánico sino que deja al descubierto que quizás —y solo quizás— no hemos tomado las precauciones necesarias.

El otro día, el sábado por la noche, desde el salón de mi casa escuché a un grupo de personas celebrar. El sonido venía desde la calle. Me asomé muy sutilmente y los vi. Parecía otro día cualquiera: allí iba ese grupo de cinco personas, con botellas de cervezas en la mano. No pude evitar juzgarlos, no pude evitar pensar "qué fuerte que estén en la calle como si nada cuando no se puede salir". Susan Hassig, profesora de epidemiología en la Escuela de Salud Pública y Medicina Tropical en la Universidad de Tulane EE.UU. explica para The Washington Post, que "dado que todos somos ingenuos a este virus en particular, todos somos susceptibles a él, esa susceptibilidad compartida, junto con la facilidad de transmisión del coronavirus, ha permitido que se extienda por las poblaciones". Y si todxs somos susceptibles todos nos sentimos responsables o, sin darnos cuenta, exigimos a los otros que lo sean también.

Es justamente por ello que la presión social que existe actualmente puede afectarte negativamente. Para que se entienda mejor: muchas personas que conoces familiares o amigos no paran de compartir o comentar cuáles son las pautas y precauciones de salud que hay que seguir a rajatabla. Esto puede convertirse en un arma de doble filo, por un lado está bien que existan este tipo de avisos pero, por otro, si por algún casual no lo cumples te entrará un sentimiento de 'mierda, lo estoy haciendo mal'. Culpa o vergüenza.

Esta presión provoca lo que se conoce como public shaming. Esa vergüenza pública podría ser extremadamente peligrosa porque podría generar en aquellas personas que no respetaron quizás por accidente el distanciamiento y luego se enfermaron, el miedo a hablar sobre su estado de salud. Este silencio, a su vez, podría ser el comienzo de una cadena de desastres. Justamente por ello hay que manejar los comentarios con prudencia y tenerlos bajo control. Es más, en redes sociales se ha visto también lo que se conoce como "vergüenza de cuarentena": el acto de castigar públicamente a alguien que ha roto las pautas de salud pública y, por lo tanto, corre el riesgo de propagar el virus.

La vergüenza y la culpa no se detienen con aquellos que rompen la cuarentena o se resisten al distanciamiento social. El coronavirus se detectó por primera vez en Wuhan China, lo que llevó a algunos a discriminar a los asiáticos, sean de donde sean o estén donde estén. Es más no solo Ortega Smith denominó al Covid-19 como "este virus chino" en un tuit que, posteriormente, eliminó. El presidente Trump también lo hizo en declaraciones públicas con el mismo nombre a pesar de que la Organización Mundial de la Salud OMS ha advertido que dicho lenguaje puede alimentar la estigmatización.

Como vemos, lo más sencillo para algunas personas es culpar a otras. Shane Chen, directora de operaciones de la Clínica Hope en Houston y defensora de la salud asiático-estadounidense, explicó para The Washington Post que "el miedo a pasar vergüenza o ser estigmatizado, combinado con los valores culturales de privacidad, puede hacer que algunos en su comunidad asiática duden en revelar un diagnóstico Covid-19 con otros".

Hay algo que debe quedar muy claro: el coronavirus no es culpa de nadie. Si te contagias, no es tu culpa, no debes sentir esa vergüenza o ese miedo de hablar de tu situación. Sí es de vital importancia recordar que hay que permanecer en casa, solo con salidas completamente necesarias. Así como todxs pensamos colectivamente que esta es una manera prudente y buena de enfrentarnos al virus y de hacer que se acabe, asegurémonos de que quienes se enferman o no se encuentran bien también puedan hablar sin el miedo de sentirse señalados.