Así es cómo los secretos pueden destruir tu relación

Beethoven debía tener experiencia en eso de mantener la boca cerrada porque una vez dijo: “No confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú mismo no la has tenido”. Es normal guardarnos cosas para nosotros e incluso n

By Miska

Beethoven debía tener experiencia en eso de mantener la boca cerrada porque una vez dijo: “No confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú mismo no la has tenido”. Es normal guardarnos cosas para nosotros e incluso no compartirlas con más allegados por miedo o vergüenza. Pero, ¿qué sucede cuando se trata de una pareja? Existe la absurda creencia de que tenemos que compartir absolutamente todo, esa gente que piensa que tiene el poder de leer la mente del otro. Pero seamos honestos, por muy alto que sea el nivel de complicidad, todo hijo de vecino tiene secretos.

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El problema surge cuando tenerlos convierte tu relación en una auténtica ‘red de mentiras’, en una bola tan descomunal que acaba por aplastarte. Las hay piadosas como ‘sí, ese abrigo te sienta genial’ o graves y dramáticas como una infidelidad. Ignasi Puig Rodas, sexólogo y terapeuta de pareja, considera que “siempre es positivo que cada uno respete su pequeño espacio de intimidad”, ya que abrirnos por completo al otro podría ser contraproducente para nuestra Ignasi Puig Rodas. Sentir falta de privacidad puede traducirse en una sensación de ‘asfixia’ total y en una necesidad imperiosa de ‘escapar’. Por ello, respeta siempre tu reducto de intimidad y guarda tus pequeños ‘secretillos’.

Lo cierto es que tener un secreto siempre se ha visto como algo negativo, pero no siempre tiene que ser así. Si pensamos en los típicos que se tienen en pareja siempre son cosas ‘chungas’, como no soportar las típicas manías del otro durante años, tener inseguridades o fantasmas del pasado que te atormentan. Sin embargo, a veces pueden ser simplemente ideas o pensamientos que no te apetece compartir con los demás, sin necesidad de que sean malos. Puig Rodas asegura que estos “tienen todas las papeletas de ser tóxicos cuando omites o escondes información deliberadamente porque, si se lo contases a su pareja, supondría algún tipo de perjuicio para ti y no tanto porque sea algo privado y por tanto consideras que callando mantienes una ventaja o beneficio por encima del otro".

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Dicen que la mentira tiene las patas muy cortas, pero en ocasiones más bien son tentáculos de kraken. De ahí que existan los que sufren la misma maldición que Jim Carrey en Mentiroso Compulsivo, y son incapaces de mentir, o los que tienen una auténtica patología como la de su personaje al principio de la película y que no pueden parar de mentir. Es más, la mentira es una herramienta que siempre está presente y no solo en humanos, sino en todas las especies. Mientras que algunos animales se mimetizan con el medio para no ser devorados, tú te haces el dormido para no tener que pringar en la cocina. Puig Rodas afirma que "a nivel biológico ha supuesto una ventaja adaptativa que mejora nuestra capacidad de supervivencia". Pero ojo, porque pasar tiene sus consecuencias.

En función de la magnitud del secreto y de lo importante que sea para quien lo guarda, compensará contarlo o no. Por ejemplo, si ocultas a tu pareja tus tendencias fetichistas, acabarás buscando tales prácticas fuera y tarde o temprano lo terminará averiguando. El problema surge cuando se tratan de secretos que son importantes para la definición de nuestra identidadSi has estado escondiendo una de tus facetas durante mucho tiempo y un buen día se ‘destapa el pastel’, es normal que la otra persona comience a sospechar que has estado ocultando más cosas. La mentira se acaba extendiendo como una enfermedad a todos los ámbitos de la relación y se puede romper la confianza para siempre.

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Por ello, a veces ‘vomitarlos’  es un modo de catarsis. En el momento en el que suponga una carga o una obsesión, malo. “Muchas veces interpretamos este tipo de cosas como algo nocivo, nos avergonzamos y eso es una visión subjetiva basada en nuestros propios prejuicios morales hacia nosotros mismos. Si encontramos cierta comprensión por parte del otro puede resultar muy terapéutico”, asegura el experto. Aunque esa persona no siempre tiene por qué ser nuestra pareja. La pregunta que nos tenemos que hacer es si la persona que tenemos a nuestro lado es la adecuada.

En conclusión y para que quede claro, de lo que Puig Rodas está completamente seguro es que basar una relación de pareja en mentiras y engaños nunca lleva a buen puerto y no es un indicativo de un vínculo sano. A veces podemos evitar tener secretos como es una infidelidad, si antes hacemos algo de autoreflexión y nos preguntamos por qué la estamos buscando. Ahora plantéatelo unos segundo, ¿tienes algo que contar?