Algunas personas son profundamente conscientes de ello. Otras pasan toda su vida ignorándolo. Pero nadie está libre de ello: todxs cargamos una serie de condicionantes que nos empujan a repetir los mismos patrones en nuestras relaciones. Incluidx tú. Patrones que, por lo general, no son precisamente buenos. Como explica la psicoterapeuta Roberta Satow en una publicación para Psychology Today, "suelen ser patrones dolorosos y destructivos a la hora de sentir y de comportarse". ¿Y sabes por qué es tan difícil deshacerse de ellos? Según lxs terapeutas psicoanalíticos, porque los adquiriste durante tu infancia.
Lo hiciste para sobrevivir
En palabras de Satow, "la mayoría de los psicoanalistas cree que estos estados de sentimientos y comportamientos repetitivos fueron originalmente adaptativos y necesarios para la supervivencia psíquica del niño que fuiste, pero en la edad adulta pueden ser autodestructivos". Es decir, que adoptaste cierta manera de reaccionar emocionalmente a los estímulos para salir adelante. Quizás una actitud indiferente ante la falta de afecto. O tal vez una actitud desesperada ante la perspectiva del abandono. Sea cual sea, en aquel momento era útil, pero ya no. Sin embargo, sigues practicando esa actitud casi inconscientemente.
Y lo haces a través de dos mecanismos diferentes. Por un lado, el desplazamiento, que "implica experimentar y tratar a una persona como si fuera otra". O dicho de otra manera: de manera involuntaria, tratas a tu pareja como si fuera tu madre, tu padre, tu hermanx o cualquier otra persona que formara parte fundamental de ese período tan trascendental de tu desarrollo psicológico que fue tu infancia. Tú no te das cuenta. No es como si vieras una imagen superpuesta cuando le miras. Pero a nivel inconsciente lo estás haciendo. Y es una movida porque claramente tu pareja es tu pareja y nadie más. El problema es tu mirada.
Repites las mismas fórmulas
Por otro lado, la proyección, que "implica experimentar que otra persona tiene sentimientos que tú tienes". Tus patrones de siempre se activan, comienzas a ver el mundo con los filtros que aprendiste en tu infancia y a partir de ahí empiezas a sentirte de una determinada manera. Y es tan natural para ti, está tan interiorizado en tu ser, que te resulta inevitable pensar que tu pareja está pensando en los mismos términos. Ahora es muy fácil montarte películas y caer en malentendidos. Y es verdaderamente difícil resistirse a esta actitud. De nuevo, opera en regiones muy profundas de tu cerebro. Demasiado profundas.
Como dice Satow, "en nuestras relaciones con nuestros amantes, amigxs, esposxs, hijxs y compañerxs de trabajo, las repeticiones, basadas en la lente a través de la cual coloreamos el mundo, generalmente no se identifican ni se resuelven". Solo las personas que se comprometen con un proceso conocido como elaboración, gracias al cual puedes diferenciar a la persona que tienes delante de aquella que generó el patrón de actitud durante la infancia, logran superarlo. Eso sí: "El proceso de elaboración lleva mucho tiempo. Además, detener un patrón repetitivo implica renunciar a algo". A un bagaje. A tu memoria. De ahí tanta resistencia interna.