Padres por gestación subrogada, una historia humana más allá de los debates

La historia de estos hombres que han sido padres por gestación subroga y su gestante derribará todos los prejuicios que puedas tener al respecto.

Hace justo tres años que las vidas de Álvaro y su pareja, Jorge, —que prefieren no dar sus nombres completos para proteger su privacidad— cambiaron gracias a la generosidad de Jodi. Ambos querían ser padres y habían probado a solicitar la adopción, sin embargo, se dieron de bruces contra una incómoda realidad. “Las listas en nuestra comunidad autónoma estaban cerradas y sin previsión de abrirse, y en la Dirección General de la Familia y el Menor nos dejaron bien claro que la adopción internacional para parejas homosexuales no era posible en casi ningún país, y allá donde sí es posible, las condiciones y requisitos se escapaban de nuestras posibilidades”, cuenta Álvaro. El sueño de esta pareja parecía truncado desde el principio hasta que la gestación subrogada permitió hacer posible su paternidad. En febrero de 2015 y a casi 7.000 kilómetros de distancia, nacía su hija del vientre de una mujer norteamericana llamada Jodi.

¿Una mercantilización del cuerpo de la mujer?

El debate sobre esta técnica de reproducción continúa de actualidad. La ciencia avanza más rápida que la ley y cualquier debate que implique una gestión autónoma del cuerpo diferente a lo que se ha establecido tradicionalmente levanta ampollas. De los 28 países de la Unión Europea, tan solo Grecia, el Reino Unido y Portugal permiten este proceso mientras que Francia y Alemania lo prohíben expresamente al considerarlos una mercantilización del cuerpo de la mujer. Por su parte, en España el debate sobre su legalización llegó de parte del partido Ciudadanos que propuso a mediados del año pasado una ley en la que se limitaba la práctica a mujeres de más de 25 años, ciudadanía española o residentes legales en nuestro país y con una situación económica estable. Es decir, una ley que solo permitiese esta práctica como un acto de altruismo y acabase con la polémica de los mal llamados vientres de alquiler.

A pesar de que la cuestión ya está en el Congreso, el tema se vuelve mucho más sensible cuando incorpora los nuevos modelos de familia. Las parejas homosexuales siguen estando excluidas del debate español e incluso en Portugal, un país que por su proximidad podría ser una muy buena opción para las parejas gays españolas que quieran recurrir a este procedimiento, prohíbe explícitamente su acceso a los hombres y lo limita únicamente a parejas heterosexuales o de lesbianas.  De hecho, la mayor celebritie del país luso, el futbolista Cristiano Ronaldo, tuvo que optar por viajar a Estados Unidos para ser padre de sus mellizos Eva y Mateo. “Allí los padres/madres lo son desde antes de que nazca el bebé, por lo que esto, sumado a las garantías legales, la sanidad, los más de 30 años que llevan realizando la gestación subrogada de forma totalmente legal y garantista para todas las partes, etc., nos hizo tenerlo claro”, explica Álvaro que también optó por este país para alcanzar su sueño de fundar una familia. Algo que, no olvidemos, es un derecho humano reconocido en el artículo 16 de la Declaración de los Derechos Humanos.

Una realidad bastante común en Estados Unidos

Sin embargo en España este proceso sigue sin ser legal. Así se establece en el art. 10 de la Ley sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida. No obstante, sí se reconoce a los bebés nacidos por gestación subrogada. En el caso de Álvaro sucedió de la siguiente forma: “Se presentó en la corte el certificado de nacimiento americano en el que figuramos nosotros como padres, junto con una sentencia que dice que la mujer que gestó al bebé y su marido no son sus padres, y otros documentos. Todo esto, debidamente sellado y cumplimentado se hizo a través del abogado, por lo que los entresijos no los controlamos, se entregó en el consulado español en Chicago, y dos días después, teníamos nuestro libro de familia con nuestra hija inscrita en él. También nos emitieron un certificado de nacimiento en formato español. Con todo esto, la niña es como cualquier otro hijo de españoles, con su DNI, su pasaporte español y su Seguridad Social…”.

La suya es una historia feliz, y absolutamente humana. El trío conformado por Jodi, Álvaro y Jorge se conocieron en la semana 20 del embarazo. Ambos viajaron a EE.UU y tras muchos nervios, descubrieron allí a una familia maravillosa. “Descubrimos que teníamos cosas en común y no solo ella, sino todos los miembros su familia a los que conocimos, nos parecieron encantadores. Desde que nació la niña, nos escribimos asiduamente, le mandamos fotos y vídeos para que vea cómo va creciendo, y hacemos videollamadas de vez en cuando. Incluso este año nos vimos todos en España”, apunta el orgulloso padre.  Habrá quien no lo entienda o no lo comparta, pero, como cuenta emocionada Jodi desde el otro lado del charco, la gestación subrogada se puede establecer sin explotación y sin violencia: “Me encantó estar embarazada de mis dos hijos y quería hacerlo otra vez, aunque nosotros no queríamos tener más hijos propios. Esto ha sido una de las mejores cosas que he hecho. Me ha permitido no solo darle a una pareja la hija que deseaban, sino también ser capaz de establecer una conexión que es tan fuerte como la que tengo con mi familiar nuclear”.

Jodi: mi cuerpo, mis normas

Ella es una mujer libre y cree que esta decisión debe establecerse siempre bajo esas condiciones. “Tienes que estar físicamente sana, estar mental y emocionalmente estable y contar con el apoyo de tu pareja. Estar embarazada te llena de miedos. Hay muchas cosas que pueden salir mal. No estaba preocupada por el tratamiento o por la subrogación. Eso era la parte fácil. Siempre te preocupas por el bebé y quieres asegurarte de que lo estás haciendo todo bien”, resume con total sinceridad. Un discurso que hace difícil entender que en España, grupos feministas anti gestación subrogada la denominaría vasija. Pero ante este tipo de acusaciones, ella contesta con muy buen humor: “No lo encuentro ofensivo. A menudo me refiero a mí misma como simplemente 'el horno, pero no la dueña del pan'. Lo pueden llamar como quieran, pero eso no cambia el hecho de que si yo quiero ser vasija, esta es mi elección”.

Por su parte, Álvaro reivindica que tanto él como Jorge son realmente los padres de esta niña, literalmente: "Se crearon embriones con el semen de ambos. Para la implantación del embrión, nosotros dijimos que queríamos el de mejor calidad, independientemente de quién fuera, y así fue. Aunque lo intuimos, no sabemos a ciencia cierta quién es el padre biológico de la niña, ya que no es algo importante a día de hoy para nosotros", explica sobre uno de los puntos que más interrogantes suelen provocar en las personas poco familiarizadas con el proceso de la gestación subrogada pero que, en realidad, menos importancia adquiere para unos padres cuyo único objetivo es el de poder dar su amor a su hija. 

En cuanto a la polémica de la mercantilización de la mujer, tanto Jodi como Álvaro coinciden en que deben denunciarse y perseguirse las formas de explotación que existen en algunos países donde mujeres de escasos recursos emplean la gestación subrogada para obtener ingresos. Una realidad que le ha hecho que España desaconseje oficialmente hacer este proceso en Ucrania por la falta de garantías sobre el trato que se da a las gestantes. Este país es uno de los pocos, junto a Estados Unidos, que legisla sobre la gestación subrogada pero la diferencia es el precio. Mientras que el procedimiento allí no baja de los 100.000 dólares, en Ucrania los precios suelen oscilar entre los 30.000 y los 50.000 euros. Incluso, existen clínicas de gestación subrogada de Kiev que contactan a las futuras gestantes a través de anuncios en la prensa llegando a ofrecer 12.000 euros a personas cuyos ingresos mensuales no suelen superar los 200 euros de media.

Todo es una cuestión de ética

Sin embargo, para Álvaro, estos ejemplos extremos no deberían convertirse en un motivo para negar que en nuestro país es posible regular una gestación subrogada garantista, con perspectiva de género, que proteja la dignidad de la persona y asuma un enfoque de derechos humanos. “La ética de los procesos depende de las personas que intervienen en él, y entendemos que eso no ha de ser así. Es posible un modelo que garantice los derechos de todas las partes implicadas, que evite la mercantilización y que, tal y como hace nuestra ley de donación de órganos, no se trafique con las personas”, concluye. Aunque es evidente que el debate no está ni siquiera lejos de zanjarse, el ejemplo de esta pareja española expone que, con la regulación adecuada, la gestación subrogada es una posibilidad tan válida como cualquier otra de que muchas parejas —sean homosexuales o no— hagan realidad su sueño de fundar una familia.