Cuando descubres que tu pareja y tú tenéis proyectos de vida diferentes

Al plantearos cosas como tener hijos, cambiar de trabajo o mudarnos de ciudad te das cuenta de que quizá tu pareja no encaja en tu vida 

Habéis reído, llorado, soñado, viajado y os habéis devorado a besos durante meses, quizás años. Pero poco a poco vas viendo que las cosas no van en la dirección que te gustaría y vas cediendo y cediendo, hasta que un día te das cuenta de que tu relación y tus planes de vida caminan en sentido opuesto. Ni te apetece tener hijos, ni quieres comprar un piso e hipotecarte para el resto de tu vida, ni te apetecen los mismos planes de fin de semana que a tu pareja. 

Tenéis prioridades completamente diferentes y os resulta imposible avanzar o hacer planes de futuro mínimamente coherentes. Y lo peor de todo: sientes que estás perdiendo un tiempo muy preciado con una persona con la que en realidad no te entiendes. “Los proyectos de vida comienzan a cobrar importancia a partir de los 30. Es entonces cuando nos planteamos cosas como tener hijos, cambiar de trabajo o mudarnos de ciudad, es decir, decisiones que serán decisivas para el futuro de la pareja”, explica la psicóloga, terapeuta de parejas y coach sexual, Núria Jorba.

Las dudas típicas de los ‘treintañeros’

Según la experta, el motivo más común para este tipo de problemas en consulta es el de tener hijos. De hecho, explica que “normalmente son casos en los que un miembro de la pareja quiere tener hijos a corto plazo pero la otra continúa indecisa provocando una tensión entre ellos, a veces incluso llegando a la ruptura”. El segundo motivo más recurrente para este desentendimiento es el de irse a vivir fuera o no. Esto se debe, apunta Jorba, a “la cantidad de consecuencias que tiene sobre la pareja iniciar un nuevo proyecto que normalmente suele estar centrado en uno de ellos”.

Sin embargo, esto también ocurre en las parejas que simplemente han pasado gran parte de su relación centrados en otros problemas o viviendo sus propias rutinas. “Después de haber luchado mucho por resolver otras cuestiones se dan cuenta de que en realidad no comparten nada. Esto suele ocurrir en parejas con relaciones largas que, por ejemplo, se han centrado en criar a los hijos y en el día a día en lugar de analizar su relación y ver hacia donde estaban dirigiéndose”, recuerda la psicóloga. 

Falta de comunicación y de honestidad

Eso sí, según la experiencia de la terapeuta, en casi todos los casos el mismo problema se repite: la falta de comunicación y las dudas. “Es muy importante saber lo que quiere uno mismo. Ocurre que a veces no se tiene claro o que, al hablarlo con la pareja, se relativiza y se deja todo en un ‘bueno, no sé quizás más adelante’. Lo que acaba ocurriendo es que pasa el tiempo y que, cuando realmente llega el momento de plantearse la situación, uno de los dos sale con una postura cerrada que su pareja no esperaba y dejando pocas opciones a la relación”, resume Jorba. 

“Algo típico es que cuando llega el momento de plantearse tener hijos y es el hombre el que no quiere la mujer se siente estafada por esos años de su vida que ha invertido en esa pareja y las dificultades y el tiempo que transcurrirá hasta que encuentre a otra pareja con la que tener hijos. El problema de esto es que suele acabar en ruptura porque en el caso de que uno de los dos acabe cediendo por la fuerza sentirá mucha frustración y se acabará culpando al otro de lo que se ha perdido o lo que le ha visto forzado a hacer”, dice.

A veces la ruptura es el mejor camino

Es por ello que para evitar este tipo de situaciones la coach recomienda “reflexionar seriamente sobre lo que se quiere” y “dedicarle el tiempo necesario a hablar del tema desde el principio”. “Ser consecuentes y decir la verdad sin relativizar, algo que no suele hacer en muchas parejas. Si no quieres viajar o vivir fuera, dilo. Si no quieres tener hijos o tienes muchas dudas, también. Si no se es sincero/a con la pareja llegará un punto en el que el conflicto surgirá”, insiste Jorba quien cree que “la única manera de afrontarlo es superar tus miedos y aceptar tus propósitos por encima de los de tu pareja”.

Y, aunque suene muy bien en la teoría, el resultado de esta dificilísima decisión personal no suele acabar demasiado bien, al menos en un principio. “Normalmente esto conlleva una ruptura pero que, en muchas ocasiones, es una liberación de unas dinámicas que estaban volviéndose tóxicas”, indica la sexóloga. En el fondo, lo que intenta trasmitir la psicóloga es que todo el conflicto surge de una falta de honestidad no solamente con la pareja, sino con uno mismo/a. “Si tú mismo no te aclaras con lo que quieres, ¿cómo vas a saber si lo que quiere tu pareja es lo que quieres tú?”, reflexiona Jorba.

Tus planes de vida y tu coherencia van primero

Por último, la terapeuta de parejas lanza un último consejo: “Nunca antepongas la pareja a tus planes vitales. No me refiero a proyectos concretos, si no a esas cosas que sí o sí quieres experimentar en tu vida aunque conlleven un cambio drástico. Si antepones la relación a tus deseos acabarás en la frustración y la relación se intoxicará”. Aunque no sea fácil, encontrar a alguien que se ajuste a lo que de verdad queremos es la única manera de ser feliz en pareja.