Dejad de buscar a ‘chicas unicornio’ para hacer tríos

Utilizar a una tercera persona en tu relaciones de pareja jamás debería convertirla en un objeto sin sentimientos y ajeno 

A golpe de Tinder y satisfyer, cada vez está más claro que somos los protagonistas de una nueva revolución sexoafectiva. Recordemos que hace diez años la mayoría de personas ni siquiera sabían lo que era el poliamor, y ¡ay de ti si le proponías a tu pareja abrir la relación, tener sexo en grupo o llevar a cabo algún fetiche poco común! Si necesitáis más argumentos: Mónica Naranjo protagoniza un programa de sexualidad en una cadena de gran audiencia. No hay más preguntas, señoría.

Y, sin embargo, dentro de este torbellino de nuevas libertades todavía tenemos una asignatura pendiente: la responsabilidad emocional. Se nos llena la boca hablando de orgías, locales swinger y anarquía relacional pero todavía no nos hemos parado a reflexionar de qué manera tenemos que interactuar con los otros para alcanzar relaciones sanas y positivas.

El tema de los tríos me parece el mejor ejemplo, y es que durante los últimos años se ha escrito largo y tendido acerca de cómo conseguir a una tercera persona para satisfacer las fantasías de las parejas heterosexuales. En los consultorios sexológicos, las revistas del corazón y las webs de citas se repiten una y otra vez las mismas preguntas: “¿Cómo saco el tema?” ,“¿Me molestará verle con otra mujer?”, “¿Sentiré celos si se besa apasionadamente con otra?”.

Se ha hablado tanto de ello que hasta se le ha otorgado un apelativo, supuestamente cariñoso, a aquellas mujeres dispuestas a participar en tríos con parejas. Sí, hablo de las “chicas unicornio”, llamadas de esta manera porque no son fáciles de encontrar, cuando aparecen despiertan pasiones y mucha gente sigue dudando de su mera existencia. Bromas a parte, la realidad es que no son pocas las parejas que han fantaseado alguna vez con la idea de compartir cama con otra mujer.

“He pensado en darle a mi chico un trío como regalo de cumpleaños”, leo en un foro de sexualidad. Es aquí donde empiezan a sonar las alarmas. Y es que, aunque puede ser muy erotizante tener deseos comunes dentro de la relación, tenemos que ser conscientes en todo momento de que esa tercera persona no puede convertirse en un fetiche, una figurita coleccionable que solo nos es útil como catalizador de nuestras fantasías.

Tratar así a alguien implica relegarle a una función logística, una herramienta más dentro de una dinámica de la que ni siquiera tiene constancia. No, las “chicas unicornio” no pueden ni deben ser tratadas como juguetes sexuales al servicio de la pareja. En su lugar, tenemos que pensar que su posición es la más vulnerable, en cuanto a que no conocen los pormenores de la relación y no sabrán qué hilos mover para no crear tensiones ni posibles amenazas. Siendo la arista más delicada del triángulo, los cuidados y la empatía hacia ella han de ser extremos, con el fin de que no se sienta como una intrusa, deshumanizada y utilizada para el beneficio ajeno.

Así, es necesario tener un diálogo sincero, primero dentro de la pareja y después con la otra persona, dejando muy claras las expectativas y las necesidades de todos los miembros. Creando una relación recíproca donde todos los integrantes estén jugando en las mismas condiciones. Si lo que estáis buscando es a una persona desechable, a la que vais a ignorar después de alcanzar el orgasmo, hacedle un favor al mundo y no os montéis un trío.