¿Te puede caer mal alguien que te gusta?

Un tuit ha despertado la curiosidad de muchas personas en el que se genera la cuestión de si es posible que te atraiga alguien con quien, en realidad, no tienes ninguna afinidad

Más de 105.000 likes y más de 20.000 compartidos tiene la publicación hecha por una usuaria de Twitter en la que se cuestiona la pregunta: “te puede caer mal el que te gusta?”. Como primera reacción tu cerebro te ha dado una respuesta, ¿a que sí? Puede ir desde el “eh, claro que no”, “obviamente sí”, “quizás con ciertos matices” o incluso el “¿cómo dices”, en plan no entiendo nada. Las respuestas van variando mucho y la usuaria, en ocasiones, contesta. Algunas de las respuestas dan su opinión y explican que, en el caso de que sea así, se trata de una situación un poco tóxica y le aconsejan que se aleje de ella.

Si realmente hablamos de que una persona que te gusta a la vez te cae mal, en un análisis sencillo, parecemos estar delante de una clara contradicción. Entonces entran los matices: la usuaria aclara que no se trata de una atracción solo física y que es la personalidad lo que no le gusta, explica que lo que ocurre es que le “saca de quicio a veces”. Esto es normal, las diferencias entre las parejas o las personas que se atraen pueden dar lugar a conflictos pero si se agrandan y van creciendo estamos hablando de una relación que se volvería tóxica. 

Como todxs sabemos, en MUCHÍSIMAS comedias románticas se ha planteado esta premisa: chico y chica se odian a muerte, él es el popular, ella la estudiosa, luego se dan cuenta que en el fondo pues él no es idiota y ella no es tan aburrida como parecía y al final se enamoran. Más aún: creo que todxs recordamos perfectamente la escena estrella de la película 10 cosas que odio de ti en la que el personaje de Julia Stiles nombra en un poema todo lo que odia del chico que le gusta encarnado por el fallecido Heath Ledger y al final lo remata explicando que lo que más odia, es que en realidad no lo odia en absoluto. La cuestión del paso del odio extremo al amor está planteada en la ficción en tantas ocasiones que, poco a poco, se ha insertado en nuestros cerebros, con lo cual podamos llegar a permitir que se den situaciones en la que entren celos o conflictos en esta misma línea. Algunas de las respuestas clásicas y más nocivas que existen son “si siente celos es que me quiere”, “si siente celos es porque no quiere perderme”. 

No debe haber mal en una relación amorosa. Esto no quiere decir que no puedas sentir atracción y que a la vez ciertas características de una persona no te gusten o no estés de acuerdo con ellas. Hay muchas formas de ver a una persona y no saber exactamente qué hay detrás de su comportamiento. A mí, en concreto, también me ha pasado que me atraiga una persona y tener momentos en que, debido a ciertos comentarios, pensara: “este tío es gilipollas”. El contexto y las reacciones tienen mucho que ver, quizás habría que plantearse cuál es el origen de ese comentario o de esa actitud. 

Dentro del mundo de la psicología hay una línea muy fina que separa la idea que tenemos del odio y del amor. Es más, el hecho de que haya una atracción física pero que su personalidad no te acabe de gustar puede generar una curiosidad que te lleve a entrar en ese terreno, porque estás delante de dos puntos que parecen no pegar. Las conclusiones pueden ser varias: puede ir fatal, es decir, que esa intuición que te decía ‘esta persona no me convence’ sea cierta o puede ir bien y que lo que hayas visto sean pinceladas de pensamientos fugaces que cabían en un contexto concreto y ya está.

Como decíamos la psicología ha intentado dar respuesta a todos nuestros pensamientos y nuestras emociones. Dentro del sexo, por ejemplo, esta relación amor-odio puede ocurrir y casi siempre resulta porque existe uno de los más nocivos sentimientos: el rencor. Lo ideal y lo más sano es no entrar en una relación de ningún tipo —ni siquiera sexual, por supuesto—en la que exista el rencor. Lo que sucede es que dentro de la pasión y el deseo a veces no te cuestionas qué es lo más sano, solamente actúas guiadx por ese impulso salvaje. 

Lizette Borreli, autora de un artículo en Medical Daily que se titula, en su traducción, La psicología detrás del sexo con odio: por qué amas esa conexión con alguien que odias, explica que “la atracción física es uno de los principales componentes del llamado hate sex, es un tipo de relación sexual en la que entran en juego dos personas que se atraen pero que a la vez se desagradan”. La mayoría de estas relaciones no tiene ni una pizca de ternura. Vamos, que la suavidad brilla por su ausencia. El sexo es fuerte, con mucha intensidad y quizás hasta violento.

“Los estímulos visuales influyen en gran medida en la sexualidad humana, pero desde un punto de vista biológico hay varios químicos que influyen en tu estado mental cuando ves a alguien que te atrae físicamente. De hecho, cuando el cerebro libera estas sustancias químicas, tu estado mental alterado hace que te comportes de manera diferente de lo que normalmente lo harías”, explica la autora. Ahora bien, esta respuesta biológica es independiente de si esa persona es buena, mala, idiota o inútil. 

“Tener relaciones sexuales para expresar sentimientos, ya sea el odio, la tristeza, la frustración, la alegría o el amor, es una forma de conectarse. El odio sexual también es eso: una forma de conectarse a través de un sentimiento”, explica la autora. Ahora bien, si dejamos reposar esta realidad en un cubo con agua fría, ciertos ingredientes resaltarían sobre otros y son justamente aquellos que no son buenos a la larga. No es facilísimo separar las emociones cuando compartes intimidad. Lo siento, pero no lo es. Así pues con el paso del tiempo y si entras con constancia en un intercambio sexual de este tipo, podría llegar a causarte daño. Nuestros impulsos varían y nuestros estados de ánimo también, a veces no querrás esto sino un espacio donde hablar de lo que te hace sentir mal y donde compartir sin miedo tus vulnerabilidades.

El consejo que lleva esta conclusión es que no es sano tener sexo por rencor o despecho y que si, después de conocer más o menos a una persona, hay algo de ella que no te gusta o que, es más, odias, lo ideal es alejarse. Si se trata de instantes pasajeros donde no comportes algunos de sus comportamientos o comentarios, es normal, porque no sois la misma persona y tenéis vuestras diferencias. En este caso solo debes expresar abiertamente tu opinión al respecto y que la comprensión os acompañe.

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