Tus pupilas delatan lo que estás sintiendo aunque quieras esconderlo

Por mucho que intentemos evitarlo hay partes de nuestro cuerpo que son incapaces de mentir y los ojos son la parte más honesta de todas

Los ojos son la ventana del alma. ¿Un aforismo grecorromano? ¿Una frasecita sacada de algún librito del bueno de Paulo Coelho? ¿Un verso de Pablo Alborán? ¿O simplemente una de tantas creencias erróneas que habitan en la cultura popular? Pues en realidad ninguna de ellas. Porque según una investigación llevada a cabo por científicos franceses y holandeses, y editada en la publicación Current Directions in Psychological Science, las pupilas de nuestros ojos nos dicen muchísimo más de lo que pensábamos sobre las emociones y las intenciones de sus dueños. Después de todo, no podemos controlarlas.

Porque todos fingimos emociones. Cuando escuchas el enésimo chiste sin gracia de tu compañero de curro y fuerzas con mayor o menor éxito una tímida risilla o cuando esbozas una sonrisa frente a alguien que acaba de romperte el corazón en billones de partículas. Estás intentando mostrar una emoción que no sientes. Tal y como explica en el medio especializado Psychology Today David Ludden, profesor en el departamento de Psicología del Georgia Gwinnett College, "la forma de la boca de una sonrisa es fácil de fingir, pero los ojos sí nos delatan". Porque no sabemos cómo fingir con la mirada.

"Cuando estamos realmente felices no solo sonreímos sino que también arrugamos las esquinas de nuestros ojos en un patrón de patas de gallo", agrega Ludden, una facultad que no dominamos en absoluto salvo que tengamos un talento especial en el área de la interpretación. Como tampoco dominamos, lo hemos apuntado antes, nuestras pupilas. En concreto, es la abertura y cierre de las mismas la que nos vuelven tan cristalinos como el agua de manantial. ¿La razón? A diferencia de lo que creíamos, y según el estudio citado anteriormente, dicha abertura y cierre no se vincula solo con la cantidad de luz.

"La respuesta pupilar a la luz es solo una de las razones por las que las pupilas cambian de tamaño. Además también se dilatan cuando estamos excitados", explica Ludden acerca del estudio. Es una de tantas acciones que nuestro organismo activa cuando se siente amenazado.. y cuando encuentra oportunidades. Imagina que fuéramos cazadores recolectores de hace 15.000 años. Encontrar a otro individuo de nuestra especie de gran atractivo también exigiría lo mejor de nosotros: frecuencias cardíacas y respiratorias en aumento, más sudor y mayor agudeza visual gracias a unas pupilas dilatadas. Listos para acercarnos y explorarlo.

Es por eso, dice Ludden, que "los psicólogos consideran que la dilatación de la pupila es una señal honesta del interés sexual o social". No se encuentran bajo nuestro control voluntario. Y de la misma manera que no podemos cerrar nuestras pupilas cuando estamos cerca de alguien que nos atrae, tampoco podemos dar una mayor amplitud a las mismas cuando algo no nos interesa en absoluto. Como el chiste de tu compañero de curro. "Tus pequeñas pupilas revelarán tu falta de interés". ¿Qué podemos hacer? O rezar porque no haya mucha gente entrenada en el arte de la obsesión de las pupilas o dejar de fingir al menos un poquito.