Los profesores que tuviste podrían haber condicionado tu salud mental

Todxs tuvimos un profesor de mate que nos hizo sufrir en la pizarra o una profesora de filosofía que nos hizo ver la vida diferente

La socialización primaria es una fase fundamental en nuestras vidas, puesto que en ella desarrollamos las habilidades necesarias para relacionarnos con los demás. Por supuesto, los personajes más ilustres y con un mayor impacto en nuestra manera de percibir y reaccionar a los acontecimientos son nuestros padres, pero existen otros con una enorme influencia en nuestras psiques en formación. Hablamos de los profesores que nos dieron clases tanto en el colegio como en el instituto. Era algo intuible, pero hasta ahora no sabíamos lo muchísimo que influyen en nuestra salud mental adulta.

Porque una investigación elaborada por investigadores surcoreanos, y publicada en la revista especializada School Psychology, acaba de demostrar una conexión directa entre las relaciones profesor-alumno y la salud mental del último una vez convertido en adulto. Para ello, los autores realizaron un seguimiento exhaustivo de casi 20.000 estudiantes adolescentes de ambos sexos desde séptimo, cuando apenas tienen 12 o 13 años, hasta la entrada en la edad adulta. Los resultados fueron concluyentes: tener buenas relaciones con los profesores, cercanas y significativas, mejora la salud adulta.

En concreto, y como ha expresado el líder del estudio, el profesor de la Universidad de Corea en Seúl, Jinho Kim, "esta investigación sugiere que mejorar las relaciones de los estudiantes con los maestros podría tener efectos importantes, positivos y duraderos más allá del éxito académico". Aunque no solo en cuanto al apartado mental. También en cuanto a la salud física en general. No en vano, la investigación también centró su análisis en la presión arterial y el índice de masa corporal de los participantes. Parece que tener a buenos profesores en nuestras vidas nos puede hacer la vida un poco mejor.

Aunque quizá no sea una buena noticia para buena parte de nuestra generación. Después de todo, para que los profesores puedan implicarse verdaderamente al más puro estilo El indomable Will Hunting deben darse al menos dos factores. Por un lado, una formación de los docentes en inteligencia emocional y en cómo construir relaciones trascendentes con los jóvenes, tan sumamente perdidos a esta edad. Como bien dice el autor del estudio en un comunicado para la American Psychological Association, "esto no es algo en lo que la mayoría de los maestros reciban mucha capacitación, pero deberían hacerlo". 

Por otro lado, un sistema educativo debidamente financiado en el que no haya un profesor por cada treinta alumnos. Incluso en estas circunstancias, tan propias del sistema educativo español, muchos de nosotros sí nos encontramos con profesores capaces de involucrarse verdaderamente, profesores que dejaron una huella en nuestra manera de ver las cosas. Son héroes en un sistema académico saturado. Una pena que el panorama no favorezca la aparición de más. Como apunta esta investigación, "las relaciones deficientes pueden provocar estrés crónico". Y las relaciones con los profesores no son una excepción.