Gaslighting, la tortura psicológica con la que algunas personas machacan a su pareja

El gaslighting se basa en la manipulación de la situación a fin de anular la voluntad de la víctima

Imagina que alguien muy cercano a ti te hace dudar cuestionando en todo momento tus sentimientos, ideas, creencias y decisiones. Una duda constante que martillea tu conciencia y mina tu seguridad, hasta el punto en que dejas de confiar en tus capacidades. Sin memoria, sin percepción ni cordura, esta persona acaba por apropiarse de tu vida. Esta tortura psicológica tiene nombre: gaslighting.

Es lo que en el lenguaje coloquial llamamos ‘hacer luz de gas’ a alguien. Algo así como Charles Boyer con la inocente Ingrid Bergman en la célebre película de George Cukor, Gaslight, de la que proviene la expresión. Por las noches, la joven oye extraños pasos en el ático y descubre luces que se encienden sin razón, pero él insiste en que no son más que delirios creados por su mente enferma. La persuade de que su percepción de la realidad, los hechos y las relaciones personales está equivocada y es engañosa para sí misma. Sistemáticamente, le niega lo ocurrido y la convence de que hizo o dijo algo que, en realidad, jamás hizo o dijo. La acusa de inventarse problemas, de interpretar con error, de no llevar razón nunca, de imaginar enemigos y fantasmas, de mentir siempre. De estar loca.

Los casos no quedan confinados en modo alguno al de la película de Cukor, sino que este eficaz método de tortura psicológica puede convertirse en una pesadilla muy real. “El gaslighting se basa en la manipulación de la situación a fin de anular la voluntad de la víctima”, señala Patricia Ríos, una psicóloga clínica que se ha especializado en el tratamiento de personas maltratadas. “Algunos ejemplos por parte del abusador son fingir no comprender lo que dice su víctima, cambiar fechas importantes, mover de lugar o esconder objetos, acusar a otro de mala memoria, de ser celoso, posesivo o de tener conductas infantiles o ridículas apoyándose en terceras personas que no pueden negar su supuesto comentario o intervención”, explica.

Como en la película, este abuso psicológico suele darse en ambientes y relaciones estrechas o agobiantes. “La persona que lleva a cabo el gaslighting suele tener una situación privilegiada respecto a la víctima, por lo que puede darse en múltiples situaciones como el trabajo y la pareja”, asegura Ríos que advierte que este abuso puede suceder dentro de la familia "pues es donde se dan las condiciones más adecuadas sin que otras personas puedan interferir en el proceso”.

gaslighting

El acosador en cuestión, en la película el distinguido Boyer, tiende a responder a perfiles psicopáticos, narcisistas o sociópatas. “Suele ser una persona con grandes capacidades de convencimiento, muy inteligente, manipuladora y, desde luego, malévola”, dice la psicóloga. Por su parte, las víctimas, que acaban convirtiéndose en esclavas de su acosador, comparten dos patrones claros: la baja autoestima y la dependencia emocional.

Como profesional, advierte la psicóloga, es necesario proceder con cautela, puesto que, cuando la víctima se encuentra en un estado de incapacidad total y su acosador está con la guardia levantada, el error o desliz es inminente. Y, por supuesto, actuar: “Una vez que se haya conseguido la información pertinente se debe socorrer a la persona afectada, sacarla del círculo vicioso en que se desarrolla su vida y acudir con ella a un profesional que pueda acompañarla y ayudarla. También se pueden, y deben, tomar medidas legales”.