Dejar de esforzarte por ser ‘normal’ debería ser tu principal objetivo en 2019

Aquello que consideramos anormal puede ser maravilloso y aquello que consideramos normal puede ser algo tóxico legitimado por un contexto social determinado

¿Son normales mis pensamientos? ¿Son normales mis emociones? ¿Son normales mis tendencias sexuales? ¿Es normal mi manera de vivir? Miles de preguntas revolotean en nuestra cabeza alrededor de la palabra 'normal', pero todas terminan en una pregunta elemental: ¿soy normal? ¿soy aceptable para la sociedad en que vivo? Todos, como miembros de una especie tremendamente social, estamos preocupados por encajar para escapar de la soledad. Pero Holly Parker, profesora de psicología de la Universidad de Harvard, nos da cinco razones para dejar de intentar ser “normal” a toda costa.

1. Normal no siempre es saludable

La etiqueta “normal” es una construcción social. Por tanto, lo que consideramos normal y lo que consideramos anormal depende del contexto social en que nos movamos. Y no siempre ese contexto es saludable. Como dice Parker, “en el pasado era normal fumar tabaco en hospitales” y no por eso era bueno. Igualmente, en una sociedad patriarcal es normal tener comportamientos machistas, pero eso no lo hace menos tóxico.

2. Normal a veces es ignorancia

En 1851, el médico Samuel Adolphus Cartwright inventó el término drapetomanía para referirse al ansia de libertad de los esclavos afroamericanos como una enfermedad. Y hasta 1973, la homosexualidad también era diagnosticada como una anormalidad psicológica. La sociedad, en general, siempre necesita tiempo para entender cualquier variedad como normalidad. Así que defender tu anormalidad es ser un adelantado a tu tiempo.

3. Tus pensamientos anormales no lo son

Todos tenemos pensamientos existenciales o emocionales que nos hacen pensar que estamos muy solos: '¿por qué no soy feliz?', '¿por qué me canso de todo?', '¿por qué me preocupo tantísimo por todo?' Piensas que algo está muy mal en nuestra cabeza cuando tenemos esos pensamientos anormales. Pero como dice Parker, y según las estadísticas, la mayoría de personas convive en silencio con esas mismas sensaciones que tienes tú.

4. Lo anormal puede ser maravilloso

La psicóloga nos invita a preguntarnos algo: ¿son normales las personas que admiramos? Los artistas que nos enamoran, los personajes que cambiaron la historia, las personas que nos atraen... La respuesta, en la inmensa mayoría de casos, será 'no'. Las personas destacamos precisamente por salirnos del guión que dicta qué es normal y qué no. Un guión aburrido, gris y excluyente que no genera ninguna fascinación.

5. Esforzarse en ser “normal” puede hacerte infeliz

“Lo anormal puede significar que estamos caminando al ritmo de nuestro propio tambor y viviendo la vida de manera auténtica”, apunta Parker. Y alejarte de esa manera de vivir que te hace feliz por miedo a no encajar en un canon es una lástima. En su lugar, dice la psicóloga para acabar, “vivamos de acuerdo a nuestros términos y adoptemos nuestra propia rareza interna, nuestras excentricidades”. Todos las tenemos. Y es la hora de abrazarlas con fuerza.