Por qué cuesta tanto admitir que te has equivocado

Admitir que te has equivocado es una tarea imprescindible para desarrollar y mantener la inteligencia emocional. ¿Por qué es tan difícil?

Hay tantos refranes, frases y libros que giran en torno a la parte positiva que encierra el equivocarse, que podríamos llenar bibliotecas enteras solo con esta temática. Aún teniendo toda la teoría a favor, admitir que has cometido un error es una de las tareas más difíciles a las que te enfrentas como ser humano.

Motivos por los que cuesta admitir el error

Nos equivocamos en multitud de ámbitos y no en todos asumimos la culpa con la misma actitud. Cuando cometes el fallo con una persona, hay veces que el pronunciar un simple "perdón" se ralentiza por el orgullo. En el trabajo, la zancadilla la pone el miedo a perder el respeto o la confianza, y cuando te fallas a ti mismo, lo que se interpone en una buena rectificación es la autoestima.

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Irene Gómez, de Psicólogos El Prado, nos habla del concepto de "disonancia cognitiva" para explicar por qué nos cuesta afrontar el error. "Dos ideas entran en conflicto, por un lado estará lo que creemos que debería haber sucedido, y por otra, la realidad, el error cometido. El mecanismo de defensa de la mente humana es obviar ese fallo, justificarlo para re-equilibrar esa falta de armonía entre nuestros dos pensamientos", apunta.

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Fracaso, el gran amigo del éxito

El libro PoderosaMente del psicólogo y divulgador, Bernabé Tierno, habla de siete actitudes o "activadores-potenciadores" que cambian nuestro esquema mental adquirido y nos preparan para enfrentarnos a la vida con actitud —y resultados— de éxito. En cada uno de estos siete escalones se desprende de un modo u otro la importancia de asumir los errores que cometemos y tratarlos como una herramienta de aprendizaje.

Daniel Goleman, autor del best-seller de psicología Inteligencia Emocional también señala en este libro la capacidad de afrontar el fracaso con actitud de análisis y optimismo como un punto clave para el desarrollo personal. La psicóloga consultada también nos habla de otros beneficios de saber admitir una equivocación, como "reencuadrar las situaciones, reforzar los vínculos con las personas al pedir perdón, y evolucionar, porque el ser humano aprende, nos guste o no, con ensayo-error".

Aprender a caer nos enseña además a relativizar. Con cada fallo descubres una nueva manera de solucionar el error, observas las situación desde otra perspectiva porque el modo en que te has chocado con ella no ha funcionado. Una de las emociones que más une a conocidos y desconocidos es la empatía, y en pocas cosas se puede empatizar más que en el tropezar. Tener la capacidad de pedir disculpas a tiempo  crea lazos que nunca sabemos a qué sujetos interesantes nos puede atar.

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Y, como dice Irene, el ser humano la mejor manera que tiene de avanzar es cayendo. Puedes encerrarte los años que quieras para estudiar tantos libros como desees: al final te vas a enfrentar a la equivocación. Y a superarla solo te enseña el haber sabido levantarte antes.

Según los manuales de coaching, para que las equivocaciones sirvan de empujón hacia arriba y no hacia el fango, debes aprender a analizar tus fallos de manera objetiva, como si estuvieras escuchando a un extraño en lugar de tus propios pensamientos. ¿Cuál ha sido el motivo? ¿Qué sucede ahora? ¿Cómo puedo arreglar este lío? ¿Qué he aprendido? Responder estas preguntas como si se tratara de un test anónimo te revela unas pautas que, casi sin darte cuenta, asimilas y empleas para enfrentarte al error con mejor cara.

Reconoce tus errores, pero también deja que el resto asuma los suyos

Ahora que hablamos de asumir errores, hay que subrayar en fosforito la importancia de saber ser humilde, pero sin pasarse. Debes aprender a asumir tus fallos, pero deja que el resto también asuma los suyos. Aprender a no aceptar los sacos de culpas ajenos también es fundamental para  tu desarrollo personal. "La autoestima fuerte y una resilencia desarrollada son herramientas muy útiles para saber afrontar el error", asegura Irene.

La resilencia es la capacidad que tiene una persona para dejar de regodearse en el drama y sacudirse el pesimismo para encontrar una solución. Unas veces nos enfrentaremos a errores propios, otras a errores ajenos, pero en ambos casos hay que saber sacar pecho y afrontar. Sin necesidad de libros ni psicólogos que lo corroboren, una cosa debe quedarte clara: si no te equivocas, es que no arriesgas, y quien sabe tropezar con estilo, sabe levantarse con elegancia.