15 pasos para reconstruir la relación con tu madre por muy mal que os llevéis

Si quieres superar los eternos desencuentros con tu madre, te explicamos cómo

Las peleas durante la adolescencia porque estabas irremediablemente rebelde, los rifirrafes con tus hermanos por llamar la atención, las veces que te ha parado los pies cuando tú querías ir demasiado lejos antes de hora, los castigos, broncas, regaños. Si tu madre es blanco, tú eres negro. En secreto te crees más inteligente, más feminista, más original. Crees que lo has visto todo, pero ella, objetivamente ha visto mucho más. Las relaciones con nuestras parejas, con nuestros amigos o con nuestros compañeros de trabajo es complicada, pero la relación con nuestras madres, especialmente para las chicas, es un mundo aparte.

El padre del psicoanálisis, Sygmund Freud, basa su filosofía en la relación entre padres e hijos y cómo nos desarrollamos mediante una tensión constante entre la admiración absoluta a nuestros padres y una negación frontal de su influencia. Esta tensión va dejando sus cicatrices y, si no lo arreglamos a tiempo, va a tener consecuencias toda la vida. Puede ser que nuestras madres proyecten en nosotros sus frustraciones o que nos martiricen con sus problemas, pero cuando crecemos es mejor aprender a separar y tomar algunas decisiones para sanear nuestra relación con ella.

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No hace falta que todas seamos como esas actrices que salen en las revistas intercambiando ropa con sus madres, pero mantener la intimidad y la cercanía te hará mucho más feliz. Cada relación es distinta, pero estos son los 15 consejos demantener la intimidadpara restablecer una relación cariñosa con tu madre, una inversión para toda la vida. Porque madre solo hay una.

1. Da el primer paso. Piensa cómo te sientes en la relación y atrévete a mover ficha para mejorarla. No esperes que ella haga todo por ti, porque ya te ha entregado mucho durante toda tu vida. 

2. Cambia tú. A veces estamos tenemos la costumbre de responder a nuestras madres de cualquier manera, como si todavía fuéramos niñas y no tuviéramos filtros, pero esto no puede seguir así por mucho tiempo. Una de las primeras cosas que aprendemos cuando salimos del nido es a ser cordiales con la gente. Tenemos que aplicarlo también dentro de la familia.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Card games with Aunt Julia ❤️ @juliaroberts

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3. Ten expectativas realistas. Volvemos a las actrices que salen preciosas abrazadas a sus madres en reportajes envueltos de glamour. No siempre es posible ser la mejor amiga de tu madre y que ella sea la tuya. En la infancia, ella nos salva de cualquier apuro. Pero esto no puede ser así toda la vida. 

4. Comunícate con ella. Como te trajo al mundo y como te conoce de toda la vida, parece que puede leer tus pensamientos. Esto es un error. Para entenderos, como con cualquier otra persona, necesitáis hablar las cosas, explicar vuestros sentimientos y poner reglas.

5. Escúchala. En consecuencia, si quieres que te escuche, tienes que empezar por dejarla hablar. Estamos acostumbrados a verla como una heroína que todo lo puede, pero las madres, en especial cuando se hacen mayores, son tan frágiles como cualquiera de nosotros. Tenemos que aprender a leer sus necesidades.

6. Repara tus errores rápidamente. La relación con nuestros padres, explica Roni Cohen-Sandler a Psych Central, puede ser un ejemplo de cómo seremos en el mundo exterior, así que si tienes comportamientos dañinos, egoístas o impertinentes, es mejor que los cortes de raíz. Practica en casa para poder comportarte mejor fuera de ella.

7. Ponte en sus zapatos. Si tú tienes problemas, imagina que ella también debe tenerlos. Tu madre es una mujer con su propio mundo interior y no debemos olvidarlo. Si, por ejemplo, un día insiste mucho en verte y no puedes, en lugar de llamarla "pesada" y mandarla a paseo, explícale que no tienes tiempo y proponle una fecha alternativa.

8. Aprende a perdonarla. Es el tema eterno sobre la educación que nos ha dado, sobre cómo nos ha tratado toda la vida, sobre nuestros traumas infantiles. Piensa que nada de eso fue, a priori, malintencionado. Si tenéis temas pendientes, es mejor ponerlos sobre la mesa y pasar página. Perdonar te permite seguir adelante.

9. Encuentra el equilibrio entre la individualidad y la cercanía. Es difícil, pero tienes que aprender a encontrar tu propia voz dentro de la relación con tu madre. Ella es ella y tú eres tú. No necesitas demostrarle nada ni tampoco seguir dependiendo de sus consejos toda la vida. Sí, parecerá que caminas por la cuerda floja, pero si llegas al final sin caerte, te sentirás muy satisfecha y ella orgullosa de ti.

10. Sé capaz de estar en desacuerdo. Cuando hayas establecido tus diferencias con tu madre, seguro que podrás identificar los asuntos en los que no coincidís y convertirlos en temas de debate en lugar de discusión. Tu madre y tú sois de distintas generaciones y la vida de cada una es muy diferente, es normal no estar de acuerdo en todo pero eso tampoco tiene por qué llevaros a peleas.

11. Céntrate en el presente. Siempre existe la antigua rencilla que no superáis. Déjala ir porque si no, seguirás amargándote por eso toda la vida.

12. Habla de ti en lugar de acusar. Es un básico de todas las discusiones: o asumes que puedes hacer algo para empezar a mejorar o si sigues acusando, chocarás contra una barrera cerrada.

13. Discute con ella sobre cómo queréis comunicaros. Si no te gusta recibir la típica llamada que se extiende una hora y no lleva a ningún lado, déjaselo claro. Igual es mejor que os mandéis algún mensajito y os veáis más a menudo, en lugar de tener una relación telefónica. Poned vuestras reglas y seguidlas.

14. Pon límites. Sí, es verdad, las madres a veces son pesadas, controladoras, cotillas y muchas cosas más. Cuando no quieres que se entrometa en algún aspecto de tu vida privada, díselo y sé firme. Ella también tiene que entender que ya no eres la niña de sus ojos, sino que eres una persona adulta e independiente.

15. No metas a otra gente en la relación. Tu padre, tus hermanos, una prima. Es común que se meta gente a opinar de la relación que tenéis, aunque sea para intentar traer un poco de paz. Evítalo. Recuerda el cordón umbilical que te cortaron al nacer y resuelve las cosas cara a cara con ella