Cuando piensas en Sarajevo quizá te viene a la cabeza una ciudad gris y devastada, pero no. Dos décadas después de la guerra de Yugoslavia, la capital de Bosnia-Herzegovina ha renacido y se ha modernizado, sin ocultar sus cicatrices. Si hace 20 años se escuchaban bombas por todas partes y el toque de queda cada noche, ahora lo que se escucha es el bullicio de los bares y terrazas, y la música de las discotecas.
Durante el conflicto que enfrentó a las distintas etnias de la antigua Yugoslavia, la gente evitaba salir a la calle por miedo a no volver, pero ahora los jóvenes salen de fiesta con la intención de no regresar a casa hasta la mañana siguiente. Esta ciudad es una extraña fusión que te mantendrá con los ojos bien abiertos durante toda tu estancia.
Huellas de la guerra para no olvidar

Uno de los edificios más perjudicados durante el asedio de Sarajevo fue el ayuntamiento, reconvertido después en biblioteca. En agosto del '92 fue prácticamente destruido por los francotiradores serbios y con él desaparecieron casi dos millones de libros. Hoy es un museo de la guerra que busca preservar la memoria histórica.
El Túnel de la Esperanza fue clave para la supervivencia de los bosnios durante los cuatro años en los que la ciudad de Sarajevo estuvo sitiada por la Sarajevo estuvo sitiada y el Ejército Popular Yugoslavo. Fue construido durante la guerra para sacar armamento, medicamentos y alimentos desde una casa de Sarajevo hasta el aeropuerto, que era zona neutral al estar controlada por la ONU. Hoy en día se puede visitar y recorrer unos metros en su interior. Es realmente claustrofóbico y con poner un solo pie en el túnel te haces una idea de lo que tuvo que ser aquello.

Una animada vida nocturna para recordar

Pero no todo allí es historia de la guerra, Sarajevo tiene mucho más. Es una ciudad abierta, multicultural y acogedora, con una enorme vida cultural y mucha fiesta. Es uno de esos lugares de los que no te puedes marchar sin explorar de noche.
Uno de los garitos con más nombre y éxito es el City Pub en el barrio de Baščaršija. Es un café durante el día que al caer el sol se transforma en un bar de copas con música en directo y gente joven con ganas de quemar la noche. Y la carta de cervezas es muy variada: tienen una gran selección de birras del mundo a precios asequibles.
A simple vista, el Club Clou en el mismo barrio puede parecer un antro. Pero las apariencias engañan. Es un lugar de moda muy visitado por los millenials de Sarajevo, muchos de los cuales ni siquiera vivieron la guerra. Ajenos a la desesperación que reinó en ese lugar durante años, se dan cita cada noche en este famoso local después del trabajo, en plan afterwork.

Todavía hay más. Aunque el Zlatna Ribica es un bar de copas podría ser un museo del arte. Sus techos y paredes fusionan el estilo barroco y el Art Decó, una extraña mezcla que lo hace más especial y acogedor con un interior de madera único. Los abundantes visitantes extranjeros suelen dejar su huella en forma de billete firmado o de nota de agradecimiento. Pero, sin duda, lo más estridente de este local es su menú musical: rock & roll, blues y jazz para acompañar. No digo más.
Terminamos con uno de esos lugares que fueron testigo de la guerra, reconvertidos hoy en un punto clave del ocio en Sarajevo. Es el famoso Holiday Inn, el hotel donde se alojó la prensa internacional durante el asedio, convertido hoy en un local de referencia donde encontrarás pop, rock, house y tecno. Nada queda de aquella época porque el hotel ha sido completamente reformado, pero la imagen de este lugar, para bien o para mal, dio la vuelta al mundo.
Sarajevo tiene dos caras que enamoran. Son la cara y la cruz, el yin y el yang. La dolorosa huella de la guerra y su increíble oferta de ocio nocturno. Sea recordándose u olvidándose, Sarajevo es una ciudad que nunca duerme.