Los 5 atardeceres más increíbles del mundo

Pese a ser un fenómeno natural del que disfrutamos todos los días, es también uno de los más populares. La pasión por ellos tiene hasta nombre: Opacarofilia.

Opacarofilia se define como “amor o pasión por los atardeceres, especialmente por el ocaso o puesta de sol”. La palabra, aunque de origen dudoso, proviene de un supuesto ‘opacare’, que significa ‘entrar en sombra’ en latín, o lo que es lo mismo, atardecer. Todavía no aparece en los diccionarios oficiales, pero es posible que no tarde en hacerlo, ya que cada vez son más los enamorados de este fenómeno natural que se repite cada día.

Las redes están llenas de fotografías a los cielos que se tornan de colores anaranjados y rosáceos cuando el sol comienza a ocultarse. Aunque siempre suelen salir unas estampas preciosas, es cierto que el entorno favorece o perjudica los atardeceres de diversas maneras. No es igual apreciarlo sentado en una roca con vistas al mar que verlo desde la ventana de tu casa con vistas a edificios de ladrillo.

1. Angkor Wat (Siem Reap, Camboya)

Aparece en la cabeza de todas las listas de los mejores atardeceres del mundo. El Complejo Monumental de Angkor es el epicentro de la civilización jemer y patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Se construyó a principios del siglo XII y hoy resulta uno de los skylines más reconocidos de todo Camboya.

Tanto al amanecer como cuando los rayos del sol comienzan a perder fuerza, el paisaje que conforma este monumental templo es deslumbrante. Los colores del cielo proyectan un reflejo en el agua que incluye la silueta de la joya camboyana, rodeada de altos árboles, calzadas de piedra, galerías, fosos y escaleras.

2. Borde sur del Gran Cañón (Arizona, Estados Unidos)

Desde cualquier zona del imponente Gran Cañón hay unas vistas increíblemente privilegiadas, pero el borde sur es una de las zonas más populares, sobre todo para disfrutar de una preciosa puesta de sol. A más de dos mil metros de altitud sobre el nivel del mar, el paraje se vuelve rocoso y naranja, perfectamente combinado con los colores del atardecer.

El borde sur se encuentra dentro del Parque Nacional del Gran Cañón y cuenta con el mayor número de albergues, restaurantes, tiendas, senderos y un fabuloso sistema de transporte para enlazar unos puntos con otros. Además, desde allí las vistas son también las más amplias, por lo que disfrutar de la puesta de sol es mucho más sencillo.

3. Monte Batur (Bali, Indonesia)

La subida al monte suele hacerse desde el pueblo de Toya Bunkah y, aunque es un tanto costosa, la recompensa merecerá la pena. Es el segundo volcán más alto de la isla, después del Gunung Agung, y aún sigue parcialmente activo. Es un destino ideal para los amantes de la naturaleza y los excursionistas más atrevidos.

Después de un ascenso de dos o tres horas por un camino empinado de cantera de lava, se alcanza una altura de casi dos mil metros. La última vez que entró en erupción fue entre los años 1999 y 2000 y todavía se puede detectar la actividad del volcán, en lugares donde el vapor del suelo llega a la superficie.

4. Islote de Es Vedrá (Ibiza, Baleares)

A menos de dos kilómetros de la costa ibicenca se encuentra el islote más enigmático. Se trata de una pirámide rocosa que sobresale del agua de casi 400 metros de altura que asombra al todo el que la ve por primera vez. Forma parte del Parque Natural de Cala d’Hort, Cap Llentrisca y Sa Talaia y se trata de una Zona de Protección para las Aves (ZEPA).

Mitos y leyendas giran en torno a este pedrusco de 80 hectáreas de roca caliza. De entre los puntos desde donde puede observarse el atardecer con la piedra de fondo destacan los miradores de Cala d’Hort, una pequeña playa típica ibicenca de arena gruesa, y el de la Torre de Es Savinar, una antigua torre defensiva en lo alto de un acantilado.

5. Lago Bled (Bled, Eslovenia)

El castillo de Bled se ubica en lo alto de un acantilado de 150 metros de altura, desde donde se otea la mejor panorámica de la ciudad. En medio del lago homónimo hay un pequeño islote al que se puede acceder tras unos veinte minutos de travesía. Tanto desde allí como desde lo más alto del castillo las vistas son espectaculares.

Además, algunos días de julio hay actividades especiales y el lago se cubre de luces por la noche y sobre él se disponen fuegos artificiales mientras la música ameniza la velada. Este lago glaciar de los Alpes Julianos refleja la imagen del pueblo rodeado de vegetación que se torna naranja con la caída del sol.