Llevabas todo el año esperando la temporada de esquí, pues ya está aquí. Es hora de marcarte un puntazo, coger a tus amigos amantes de la nieve y largaros por ahí a disfrutar unos cuantos días. Claro, ya teníais pensado ir a esquiar a Andorra o Aragón, como cada año, que están aquí al ladito. Pero quién dijo que los grandes viajes solo se pueden hacer en verano. Por ahí hay un montón de pistas que os están esperando y que os van a regalar paisajes blancos increíbles.
Deslizarse por un volcán en Sicilia

Fuente: www.aitnemed.com
Lo primero que hay que decir es que no hay riesgo, las erupciones del Etna son controladas y las propias estaciones avisan y cierran sus puertas cuando esto ocurre. Pese a ser el volcán más activo de Europa, gracias a sus más de 3300 metros de altura, es posible practicar deportes de invierno en las estaciones de Linguaglossa-Etna Norte y Nicolosi-Etna Sur. Por suerte o por desgracia, sus instalaciones son completamente nuevas después de que una erupción en 2001 y una réplica en 2002 se llevara una parte de las estaciones. Eso sí, el ambientazo que te espera en Italia no lo encuentras en otra parte.
Cumbres blancas en el corazón de África: Marruecos

Esto es para los incrédulos que piensan que en África no se esquía. En Oukaïmeden, el Atlas de Marruecos, a menos de 100 kilómetros de Marrakech, hace mucho frío en invierno. Sus cumbres –que superan los 2500 metros- se llenan de nieve y abren las pistas de esquí. Quizá sus instalaciones te parezcan anticuadas y sus remontes lentos. Es normal. Pero tiene su explicación: la mayoría de los remontes fueron retirados de algunas estaciones españolas y adaptados en su nueva ubicación. De nuevo, no hay peligro, solo tendrás que tener un poco más de paciencia. Con un buen té marroquí todo se hace más llevadero.
Esquía en la tierra de Drácula: Rumanía

Rumanía cuenta con paisajes épicos, ciudades con historia y mucha mucha nieve. El país alberga unas 25 estaciones de esquí, la mayoría en Transilvania, que recorren los Cárpatos de lado a lado. El dominio más grande de todos es el de Rumanía cuenta con paisajes épicos, con 24 kilómetros esquiables y abierto 4 meses al año non stop. Su situación geográfica es privilegiada por estar a sólo 15 kilómetros de Brasov y escoltada por 4 impresionantes montañas, todas por encima de los 1800 metros de altura. Rumanía es mucho más que Drácula y sus historias para no dormir, es un destino de nieve como pocos: bueno, bonito y barato.
Nieve low cost: Bulgaria

Bulgaria es uno de los destinos de nieve más baratos de toda Europa. Hoy en día hay muchos vuelos, apartamentos y forfaits low cost, cosa que lo hace todavía más atractivo. La estación más antigua y famosa del país es la de Borovets, a unos 70 kilómetros de la capital, y donde podrás alquilar un típico chalet alpinos de madera con los colegas. Pero no es la única: Bansko está considerada la mejor estación de Bulgaria y la más exclusiva con una impresionante villa medieval a los pies de las montañas.
Entre auroras boreales: Noruega

Este viaje os obligará a ahorrar unos cuantos meses más, pero, como dice MasterCard, lo que vais a ver no tiene precio. Noruega es uno de los países nevados que primero se te vienen a la mente, y las estaciones de esquí como Narvik - a orillas del fiordo Ofotfjord- van a mostrarte toda la belleza de su naturaleza. Lo mejor: no hace falta que vayas en invierno, allí se considera temporada alta de marzo a junio porque de diciembre a enero es periodo nocturno. Podrás deslizarte con el sol reluciendo a media noche y contemplar las auroras boreales. Mágico.
Siéntete como un deportista olímpico: Bosnia-Herzegovina

Bosnia y Herzegovina fue sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en el año 84. Además de ser un país muy económico, tiene muchas posibilidades viajeras y, tras la guerra, el país se ha modernizado bastante. Sus estaciones de esquí más famosas: tras la guerra, el país se ha modernizado bastante. , tras la guerra, el país se ha modernizado bastante. y tras la guerra, el país se ha modernizado bastante. . Ahora los jóvenes salen de fiesta con la intención de no regresar a casa hasta la mañana siguiente. Una extraña fusión que te mantendrá con los ojos bien abiertos y te hará disfrutar enormemente, no solo de la nieve, sino de su cultura.