Hay un error de enfoque social respecto a las inteligencias artificiales: damos por sentado que el mero hecho de que puedan llevar a cabo una tarea terminará provocando que se encarguen de ellas en detrimento de las propias personas. Y no estoy de acuerdo con ello. En realidad, y más allá de las capacidades de estas tecnologías, hay una pregunta mucho más importante cuya respuesta nos dice bastante más sobre este tema: ¿nos apetece que lo hagan? Cuando se trata de arte, ya lo defendí en su día, probablemente no porque nos falta ese punto de esencia, de autenticidad, de empatía, de comunicación emocional. Y cuando se trata de socializar en una plataforma digital más de lo mismo.
Porque ya es posible hacerlo en una repleta únicamente de bots. Su nombre es SocialAI y, como apuntan desde Xataka, “es una red en la que el usuario es el único humano”. Estás tú solx. Ningún ojo humano contemplará tus fotos y las juzgará. Ningún cerebro humano leerá lo que dices en tus publicaciones. Ninguno de tus contenidos afectará a tu reputación real. Estás tú e infinidad de usuarios irreales. ¿Y sabes qué es lo más curioso? Que, “al registrarte en SocialAI puedes elegir entre 32 tipos de seguidores hechos con IA”. Que si fans incondicionales. Que si trolls insoportables. Que si intelectuales de opiniones sesudas. Tendrás el tipo de respuestas que desees. Nada de malas sorpresas.
¿Problema? Puede que refuerce las burbujas ideológicas
Muchael Sayman, su creador, un extrabajador de Facebook, vende la plataforma como un espacio seguro en el que puedes mostrarte tal como eres sin miedo a la toxicidad de internet ni a la presión social. Pero la movida es en realidad mucho más oscura. Como escriben desde el citado medio, “SocialAI tiene un enfoque claro: reforzar burbujas ideológicas al permitir al usuario un control absoluto de su entorno y eliminar las posibles inseguridades que genera enfrentarse a gente real”. Es un paso más en la ultraindividualización a la que nos impulsa la sociedad contemporánea. Otro salto al aislamiento. Otro puente interpersonal que podríamos acabar destruyendo. Y eso es una pena.
Una pena y una improbabilidad bastante grande. Al final, y del mismo modo que ocurre con el arte, difícilmente las personas van a desear un espacio en el que no se comunican con ninguna persona de verdad. Es una necesidad inscrita en tu ADN y en el de todxs. Anhelamos hablar y que nos escuche otro sapiens. Participar de la vida social. Relacionarnos sentimentalmente. En este sentido, SocialAI puede tener bastante más utilidad como “experimento sobre nuestras necesidades emocionales online” y, sobre todo, como “una crítica irónica a las redes sociales actuales”. Y tú, ¿te ves cerrando tus redes y pasando tus horas en una carente de autenticidad y humanidad?