El funcionamiento actual del mundo depende de internet. Eso ni se puede discutir. De ahí que la sensación más normal y más generalizada sea que año tras año el sistema probablemente sea más seguro. Que los gobiernos, las instituciones y las multinacionales tecnológicas deben estar trabajando incansablemente para fortalecer la red mundial y que no haya apagones que comprometan dicho funcionamiento. Pero es una intuición errónea. Como cuenta el periodista experto en tecnología Alberto R. Aguiar, “internet es cada vez más frágil” y apagones como el sufrido la semana pasada por culpa de la caída de Amazon Web Services “van a ser cada vez más frecuentes”.
Y sí, una vez más, como ocurre en tantos otros sectores dominados por megacorporaciones, el problema aquí reside en la concentración del poder. Para que te hagas una idea y según los datos recopilados por el propio Aguiar, “si se excluye a China, solo las grandes plataformas como Amazon Web Services, Azure de Microsoft o Google Cloud concentran más de la mitad del mercado de servicios digitales”. Es decir, que estos servicios de alojamiento en la nube son responsables de que funcione aproximadamente la mitad de internet. Esto incluye tiendas, servicios de streaming y cosas así de las que se puede prescindir un rato, pero también cosas vitales como hospitales.
Obviamente, porque su viabilidad empresarial depende de ello, estas grandes corporaciones invierten una gran cantidad de dinerito en fortalecer sus sistemas de seguridad y hacer que sus servidores en la nube sean más resistentes a todos los problemas que puedan presentarse. La cosa es que da igual lo que hagan: nunca serán infalibles. Y, como escribe el autor del reportaje, lo estamos viendo porque lo de los apagones, más pequeños o más grandes, está sucediendo cada vez con más frecuencia. En ese sentido, las voces que reclaman un mayor reparto de los servicios claves de internet son muchas y muy cualificadas. O se diversifica o un error lo hunde todo del tirón.
Servicios de los gobiernos. Servicios de cerraduras inteligentes. Centros de salud. Cámaras de seguridad. Todo depende cada vez más de que nada malo ocurra en estas tres o cuatro empresas. Como recoge Aguiar, Esther Paniagua, autora de Error 404: ¿Preparados para un mundo sin internet?, resume la situación de la siguiente manera: “Esta centralización de la provisión de los servicios de la economía digital hace que se conviertan en puntos únicos de fallo: cuando uno de ellos sufre un incidente afecta a todo el ecosistema global, incluidos servicios críticos”. En áreas claves como esta no se puede confiar en el libre mercado ni en un oligopolio. Deben tomarse medidas que protejan el bien general.
