En Barcelona hay muchos sitios para comer, pero pocos como Maleducat. Este restaurante en Sant Antoni cumple cinco años y lo celebramos como se celebra todo lo bueno: comiendo.
Fuimos a probar su carta y acabamos confirmando lo que muchos ya sabían: aquí se cocina con cariño, con técnica y con muy buen gusto.
Producto de siempre y sabor actual
La carta cambia con frecuencia, pero el enfoque es claro: cocina tradicional con un giro. Platos con base sólida y ese toque moderno que no sobra, sino que suma.
Nos recomendaron pedir tres entrantes por persona, dos principales a compartir y un postre. Y si te dejas llevar, el viaje vale la pena.
Las ostras fueron el arranque perfecto:
Explosivas. Diferentes. Memorables.
Después llegó la tostadita de tartar de gamba blanca, con emulsión de sus cabezas, salicornia y vinagre Tosazu. Una de esas cosas que te callan en cuanto das el primer bocado.
Y el plato estrella, sin duda: pequeño arroz seco con tartar de gamba roja de Palamós, emulsión de sus cabezas y carpaccio de pies de cerdo.
Una mezcla de texturas y sabores que no se te olvida.
El tipo de sitio que te cuida
Más allá de la comida, lo que hace que quieras volver es el trato. Servicio atento, recomendaciones sinceras y un conocimiento real del producto.
Te explican los platos, los vinos (probamos uno valenciano brutal), adaptan el menú si lo necesitas y todo lo hacen con una cercanía que suma sin agobiar.
La decoración es sencilla, con personalidad, la luz es suave, el ambiente tranquilo. Ideal para ir en pareja o con alguien con quien te apetece compartir una cena sin prisas.
Una carta con mucho que decir
Cinco años después de su apertura, Maleducat sigue apostando por lo mismo: productos de calidad, cocina bien pensada y un servicio que no baja el nivel.
Y en una ciudad donde los sitios van y vienen, eso se agradece.
Es de esos lugares que eliges para disfrutar, para celebrar, o simplemente para comer bien. Sin complicaciones. Y sí, volveremos tan pronto como podamos.