Qué bonito es hablar de que has estado fuera durante una temporada. Da como un caché que dice de ti que eres emprendedor, que te atreves con una cultura nueva y además lo haces solo. Joder, hasta emociona leerlo. La realidad es que ese halo de experiencia increíble tiene de guay lo mismo que Trump de presidente. Puede que tu historia haya sido distinta, enhorabuena; entonces quizá leyendo el artículo puedas empatizar con la desdicha ajena y tener un poco de compasión por quienes se marcharon a otro país con mucha ilusión y volvieron tremendamente decepcionados consigo mismos y con la des-ventura. Vamos a hablar claro, sin frases bienqueda, sin maquillaje. Ya está bien de tanto viralizar siempre lo ideal, que también hay mierda.
El idioma, tu primer fake
La razón principal, el leit motiv que te empujó a irte y que finalmente es y será la asignatura pendiente que tendrás clavada como una espinita para siempre. Te marchas imaginando que volverás cambiado, que tendrás más oportunidades laborales speaking dos languages diferentes in a sentence because eres a multicultural motherfucker.

Pero no. Vuelves siendo un lamentable aficionado a políglota que como mucho, aspira a camarero. Tienes el nivel justito para servir cafés porque te has dedicado a salir mucho y a integrarte poco. Y a pesar de haber apostado por volver con un B2, la frustración es el sabor de boca habitual que tienes porque el 'esfuerzo' no ha merecido la pena.
Volveré, y tendré un trabajo de puta madre
Porque claro, para eso te has ido, ¿no? Tú lo que querías era vida nueva, amores nuevos, curros nuevos y experiencia nueva. Así a la vuelta, con eso de que túdeinglesbilingue, las empresas se te rifarían y te contratarían con un mínimo de 30k por año. Que sí, que sí. Que si te vas es garantía de eso, que para eso te largas. Para aprender, y porque si tienes que fregar platos, los fregas pero tú a la vuelta crack de los cracks allá por donde pises. Me río yo de tus esperanzas. Y de las mías, que volví con una mano delante y otras detrás al comprobar que la película 'Sexo en Nueva York' que me había montado era más Viernes 13 en plan: Jason busca curro y Freddy se lo ha quitado.
El tiempo y tu habilidad para perderlo
Mucha intención pero vuelves a casa con un dominio bastante alto, en lo que a barrios y garitos de moda se refiere, que en monumentos y cultura. Sin darte cuenta ya han pasado seis meses y no has 'tenido' tiempo para comprar algunos souvenirs a tus seres queridos; eso sí, tienes la mejor colección de botellas de cerveza de importación decorando tu habitación.

Eso que te pasa se llama remordimiento. A veces tienes lapsus en los que piensas todos los sitios a los que no has ido, todos los secretos que no has conocido del lugar que te acogió, todas las personas que te has perdido por haberte encerrado en un círculo de amigos que aunque eran de otras ciudades, hablaban tu mismo idioma.
Las consecuencias de la distancia
Renunciaste a estar en los cumpleaños, desertaste de las misiones de fin de semana y desapareciste de los favoritos en el móvil. A pesar de todo, el precio es demasiado alto porque vuelves y te das cuenta de que todo ha cambiado, y vives en la constante duda de si has cambiado tú o ha cambiado el resto.

Se han acostumbrado a que no estés y ya no cuentan contigo. Sí, has vuelto. Y aunque la putada es que tienes que asumir que eres el fantasma de lo que fuiste, la buena noticia es que tienes la oportunidad de integrarte de nuevo. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma.
La falsa independencia
Crees fervientemente que desde que pongas un pie en tu destino aprenderás a cocinar porque no te quedará otra que aplicarte en el arte culinario así como en las tareas domésticas en general. Te acostumbrarás a tirar la basura y a fregar. Profundizarás en el noble arte de hacer maletas pudiendo llegar a convertirte en un experto nivel arte culinario y hasta tocarás con los dedos la emancipación económica.

Pero a quién quieres engañar si de vuelta a la vida real, después de este episodio, sigues siendo ese niño de papá y mamá que necesita cobijarse bajo los pucheros de una abuela y cuya autonomía es bastante pobre por culpa de las miserables oportunidades que estaban cuando te fuiste y siguen perennes esperándote sin albergar esperanza.