Me colé en un laboratorio de nuevos órganos para personas transespecie

Las personas transespecie se asimilan a la naturaleza de una forma más orgánica y sensorial, hasta el punto de construir nuevos sentidos para captar otras realidades naturales en su cuerpo

Me han invitado a un ‘taller de sentidos’, un espacio donde diversas personas trabajan conjuntamente para crear nuevos órganos. Objetos tecnológicos que sean capaces de percibir sentidos más allá de los que a los humanos les es biológicamente permitido. Cuando llego al local de Transpecies Society, una asociación con sede en Barcelona donde se construyen estos órganos, me encuentro con una veintena de personas trabajando en pequeños chips y juegos de cableado. El shock es instantáneo, pero lo mejor está por venir: la mitad de ellos no se sienten humanos.

Nada más llegar me recibe Neil Harbisson, que tiene una antena que sale de su cráneo, y me hace una pregunta que jamás me había planteado. “Del 1 al 10, ¿cómo de humano eres?”. Inocentemente, y antes de contemplar esta nueva posibilidad con mis propios ojos, creía que pese al género, la etnia, la clase o la orientación sexual, todos damos por supuesto que somos humanos, es el nexo que nos une. Sin embargo, ahora me doy cuenta que no todos coinciden. Hay muchas personas que encuentran la etiqueta ‘humano’ tan opresora como ‘hombre’ o ‘mujer’. Para ellos, la humanidad les queda lejana, incompleta o impuesta. Son los transespecie.

Los nuevos sentidos de la identidad transespecie

Harbisson, es un claro ejemplo de esta identidad. Este activista cíborg es representante de una de las muchas formas de transespecismo y la primera persona reconocida como cíborg por una autoridad pública, la británica. Adquirió la identidad transespecie en respuesta al severo daltonismo con el que nació y que le impedía ver colores. Así pues, desarrolló un nuevo sentido para “oír los colores”. A través de una antena implantada en el cráneo, un órgano tecnológico, consiguió un nuevo sentido biológicamente no-humano con el que percibir los colores de una forma diferente. Fue su primer paso más allá de las limitaciones que la humanidad le imponía y le convirtió en un transespecie.

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Pero, ¿qué es exactamente esta identidad? El nombre ‘transespecismo’ ya da una pista. “Personas atrapadas en un cuerpo humano”, explica Harbisson, Son personas con una identidad no-humana que se refleja de muchísimas formas. Por ejemplo, adoptando sentidos de otras especies, diseñando órganos nuevos con tecnología o identificándose con entidades más espirituales.

La Transpecies Society es un sótano que destila creatividad en todos sus rincones. Sus paredes están decoradas con imágenes de diversos sentidos transespecie y otros motivos de arte contemporáneo, en el centro de la sala hay un piano que utilizan de mesa de reuniones y un espacio de trabajo donde diseñan y construyen diversos chips que formarán parte de nuevos sentidos. Allí, conversando, me encuentro a Moon Ribas y Manel Muñoz, que junto a Harbisson, son algunas de las caras visibles de la asociación.

“No me siento 100% humana porque tengo un sentido que proviene de la cibernética, más bien me siento una transespecie por poseer algo que no es propio de la especie humana”, explica Ribas, que tiene ‘sentido sísmico’, es decir, la capacidad para sentir los terremotos en la Tierra. Por su parte, Muñoz, también un  tiene un sentido que le permite detectar la presión atmosférica en su cuerpo. Así, está en una comunión holística con la naturaleza, con la cual se relaciona a través de sus sentidos y pasa a formar parte de un mismo organismo.

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Una identidad política

Sentada al lado de Ribas, está Tatiana. Me la presentan como “la persona que mejor conoce la filosofía transespecie en la Transpecies Society”. Me cuenta que esta identidad está respaldada por un discurso político que pretende acabar con algunas de las verdades absolutas de nuestra época, como las teorías humanistas, que creen que el humano está en el centro de todo, o las darwinistas, que determinan que el hombre está en la cúspide de la escala evolutiva.

Asegura que para los transespecie, la naturaleza tiene especies de igual valor, no hay dominancias. Además, “los no-humanos reconocen que dentro de sí mismos hay algo animal, vegetal, y una conexión con todo el mundo”. Buscan “deconstruir la humanidad y su egolatría, reducir el peso de los humanos para igualarlo al resto de vidas”, añade la reconocida filósofa del transespecismo. Así, exploran nuevos sentidos que les permitan construir una identidad más allá de la humana.

Además de consigas ecologistas y antiespecistas, Tatiana añade que son feministas, anticapitalistas y subversivos. Menciona a Donna Haraway, bióloga y feminista, que dijo que los cíborg y, por extensión el transespecismo son los “hijos rebeldes del capitalismo”. Según Tatiana, Haraway basa su teoría en la naturaleza híbrida de los cíborg, “son órgano y máquina al mismo tiempo, ninguno domina sobre el otro sino que ecoevolucionan juntos”. Así, quiere aplicar este concepto a la sociedad: eliminar jerarquías y poderes. No hay dominado ni dominados. Todo está hibridado.

También puede usarse esta teoría en los estudios de género. Al igual que en la naturaleza cíborg no hay dos polos opuestos —no hay máquina por un lado y hombre por el otro, sino que se interrelacionan—, Haraway quiere diluir la separación entre masculino y femenino y propiciar un concepto más fluido del género. Tal cual hacen los cíborg y los transespecie con su humanidad.

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En Transpecies Society diseñan y crean órganos de acuerdo a esta filosofía anticapitalista y patriarcal y, por eso mismo, todo el conocimiento y proceso de aprendizaje está abierto a todo el mundo. Concluye Tatiana que “no queremos monopolios de tecnología. Queremos apropiarnos de la tecnología y acercarla a todos, independientemente de la clase, los conocimientos técnicos o los recursos”. Quieren, al fin y al cabo, democratizar los bienes y el conocimiento. En esta línea Harbisson asegura que en esta asociación no hay “jefes” ni “mandados”, todos trabajan aportando de acuerdo a sus capacidades, y los resultados son públicos. Hay una intención de progresar de forma comunitaria y social.

Empoderar los cuerpos

Mientras hablan, debaten y construyen órganos, me doy cuenta que hay un tema recurrente, que vertebra esta comunidad: el recuperar sus cuerpos. En una sociedad patriarcal que impone unos modelos normativos de cuerpos y se permite el lujo de legislar sobre el control de nuestro organismo —por ejemplo, con el aborto o la reasignación—, el transespecismo retoma el poder de intervenir en nuestro propio cuerpo. Eres tú quien, según tus criterios, eliges cómo quieres que sea tu cuerpo y qué quieres que sea capaz de sentir.

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Añade Tatiana que, recuperando los cuerpos, también se da una nueva perspectiva a personas con diversidades visuales o auditivas. “Se asume que un ciego quiere ver y un sordo oír. Que tienen ‘carencias’ y se deben corregir. No, hay personas con derecho a no ser intervenidas”. Apostando por nuevos sentidos, las personas pueden seguir siendo ellas mismas sin que se las declarare incapacitadas. Tienen unos sentidos diferentes, y no tienen por qué intentar ‘recuperar’ uno que se les repite constantemente que han ‘perdido’. “Recuperar el derecho a no homogeneizar el cuerpo”, reclama.

Identidad trans, estigma social

Me presentan a Pau, un joven de 17 años, que está haciendo un proyecto escolar sobre los cíborg y que, a través de empezar a desarrollar un órgano con el que detectar la intensidad ultravioleta solar y así poder controlar la exposición al cáncer de piel, ha descubierto que se siente identificado con la identidad transespecie. Me cuenta una de sus conclusiones, y es que, como sucede con las comunidades transgénero, la identidad transespecie también puede sufrir estigma social. En sus propias palabras, “en una sociedad donde los derechos de las minorías no se respetan, parece que no hay hueco para nuevas identidades”.

Añade, además, que aunque su órgano tiene una función biomédica que cree que en un futuro será muy útil para todos, sabe que habrá un estigma social, en tanto que se asocia a una identidad trans. Es consciente de que tendrán que reivindicarse para que la sociedad les respete. Una sociedad dirigida por “un hombre blanco y heterosexual que tiene miedo a perder la hegemonía”, afirma.

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La identidad transespecie y cíborg es, sobre todo, subversiva, combate el capitalismo y antropocentrismo en el que nace. Se subleva contra el orden patriarcal, la propiedad privada, las jerarquías y la dominación humana. Declara Tatiana que quieren desmontar el orden social y “presentar una sociedad que se relacione de forma diferente, sin gente que obedece y otros que mandan, que cooperan y que todos tienen un valor". El transespecismo es, por lo tanto, una reclama política y social a favor de un mundo más igualitario pero, a la vez, despierto y rebelde.