La planificación urbana convencional, por la cual algunos barrios disfrutan de determinados servicios y otros carecen de ellos, ha dado lugar en las últimas décadas a ciudades muy desiguales. Así, y mientras las zonas céntricas o de las periferias privilegiadas son generalmente muy autosuficientes, las zonas de las periferias marginales se ven condenadas a la exclusión social y quienes las habitan deben desplazarse una y otra vez hacia aquellos otros puntos bien surtidos de la ciudad para poder satisfacer sus necesidades. Ante este panorama, y desde hace unos años, viene planteándose un nuevo concepto de urbe: la ciudad de 15 minutos. Pero tiene sus ventajas e inconvenientes.
También conocida como la ciudad de proximidad, la ciudad de 15 minutos es un modelo de ciudad que pretende acercar los servicios a todos los barrios para que sus habitantes no pierdan un tiempo precioso de sus días en la movilidad de un lado para otro. Esto no solo mejora de un modo radical su calidad de vida, sino que supone también un alivio para el planeta gracias a la reducción de la huella de carbono asociada a la utilización del coche particular. En palabras de lxs expertxs María Teresa Baquero y Patxi J. Lamíquiz, ambos de la Universidad Politécnica de Madrid, “este modelo busca el reequilibrio del espacio público, mejorando la accesibilidad a pie, en bicicleta y en transporte público”.
Pero no solo eso. Las infraestructuras para caminar, para ir en bicicleta, para disfrutar de actividades culturales o para disfrutar de prácticas deportivas dentro de un mismo barrio “aumentan la cohesión social y el sentido de pertenencia”. Esto es muy importante. En las últimas décadas se ha producido un desmantelamiento de las comunidades en pos de la individualidad que afecta significativamente al bienestar de los ciudades. En este sentido, la ciudad de 15 minutos es una oportunidad para recuperarlas. Además, los barrios autosuficientes generan mayor seguridad debido a un mayor interconocimiento y mayores beneficios económicos para sus habitantes.
No obstante, este modelo urbanístico no está exento de críticas. Como explican estxs especialistas, “se ha formulado que este modelo de ciudad fomenta mayor segregación socioespacial” y provoca que las diferentes comunidades se aislen las unas de las otras a lo largo y ancho de la ciudad. Además, también se ha afirmado “que al mejorar los servicios de zonas de renta baja o media podría generar especulación y aumento de precios de suelo y vivienda, corriendo el riesgo de crear nuevas olas de gentrificación”. En cualquier caso, es una cuestión de cómo ponerla en práctica. Porque está claro que la ciudad de 15 minutos bien ejecutada solucionaría muchos dramas.