Sí, guardas un lindísimo recuerdo de aquellas tardes de verano recogiendo conchas de la playa con tus protoamigxs, tus hermanxs y primxs o tus abuelxs. La pasabais bien. Muy bien. Sin embargo, y por sorprendente que pueda parecerte, se trata de una actividad con un impacto muy negativo sobre los ecosistemas costeros, tal como han descubierto el paleontólogo Michael Kowalewski y su equipo a través de un estudio en la Playa Llarga de la provincia de Tarragona. El gran motivo, explica el mismo autor en una entrevista para la revista digital especializada IFLScience, es que “las conchas son notables porque cumplen múltiples funciones en los ecosistemas naturales”.
De todas ellas, la más trascendente es la de servir como hábitat para una gran diversidad de criaturas. En palabras del propio Kowalewski, “las conchas de los moluscos son de primordial importancia para los cangrejos ermitaños, y aunque las playas de arena no son buenos lugares para estos animales, las conchas de caracol muertas en las marismas y costas rocosas constituyen un recurso primario para ellos”. Si desaparecen, si no están ahí porque están en el salón de tu casa dentro de una botella de cristal o conformando una pulserita, estos cangrejos se encuentran mucho más desprotegidos frente a sus depredadores. Estamos alterando la correlación de fuerzas.
Otros problemas
Y no solo en lo que respecta a los cangrejos ermitaños y sus depredadores. “Más sutilmente, muchos organismos pequeños se asientan en las conchas muertas, por lo que eliminar dichas conchas eliminará los hábitats de estos colonos”, añade el experto en moluscos Geeray Vermeij en el citado artículo de IFLScience. Además, las conchas también sirven para que muchas aves marinas construyan sus nidos y para que varias especies marinas puedan unirse como es el caso de las algas, los pastos marinos, las esponjas o los crustáceos. Por último, “también son una fuente de carbonato de calcio, que puede disolverse en el agua de mar y reciclarse de nuevo al océano”.
Pero que yo me lleve un par de conchitas no hace tanto daño a nadie. Bueno, ese pensamiento individual tiene un efecto sumatorio que conduce a un desastre natural. Y así lo demuestran los resultados de este estudio: entre 1981 y 2010, la cantidad de conchas marinas presentes en la Playa Llarga descendió la friolera de un 60%. De ahí que países como el Reino Unido hayan prohibido coger conchas de sus playas para llevárselas a casa. En España, donde el turismo veraniego es mucho más brutal, sería aún más importante para no cargarnos poco a poco una de nuestras mayores delicias naturales. Por favor, deja las conchas donde están. No las necesitas de verdad.