Los Juegos Paralímpicos de París 2024 fueron felices para España: el atleta Dani Molina ganó la medalla de oro en la categoría PST3 del triatlón y la atleta Marta Francés la de plata en la categoría PST4. Un hito increíble. Sin embargo, y en lugar de recibir full cariño y apoyo, parece que esta última ha vivido un infierno durante todos estos años a causa de los haters. Un “bullying incesante”, como ella misma ha declarado recientemente, que ha hecho que ya no pueda más y que anuncie su retirada definitiva del deporte. Sí, el acoso y la discriminación que ha sufrido desde que empezó a entrenar y competir han sido devastadores. Demasiado ha soportado.
Y es que no ha sido una decisión relámpago. No es que Marta haya leído el enésimo comentario de odio en redes y haya decidido cerrar su etapa como atleta: como ella misma ha aclarado en el post en el que anuncia su retirada, la decisión se ha ido gestando con los años “junto a las personas que me quieren de verdad” y si ha aguantado hasta ahora ha sido simplemente por la determinación mental que tenía de conquistar una medalla olímpica. Ahora ya la tiene. Ahora ya no necesita seguir padeciendo la malicia y la frustración de los infelices que la critican. Su sueño está cumplido. Todo lo que necesita ahora es salir del foco público y vivir en paz.
Tristísimo. Porque una atleta como ella, y en realidad cualquier persona noble de este mundo, debería abandonar lo que le apasiona solamente cuando le apetezca. Ella, que superó un cáncer en el cerebelo, que tiene un palmarés envidiable, que sufrió el acoso escolar, no ha logrado que el mundo fuera más amable ni después de conquistar la gloria. Y eso dice mucho de nosotrxs como sociedad. Tú no le has hateado. Yo tampoco. Ni la mayoría de la gente. ¿Pero cómo es posible que esto pase en pleno 2025 sin que seamos capaces de evitarlo o pararlo? La retirada de Marta Francés es un fracaso colectivo y tenemos que hacérnoslo mirar. En serio.
Aunque ella lo ve como una victoria. En sus propias palabras, “algunos creeréis que es tirar la toalla; pues no, es ganar la guerra. Yo solo tenía un sueño: ser olímpica y ganar una medalla, pero, sobre todo, ser feliz. No solo lo he cumplido, también me llevo una fortaleza interior que sé que nadie habría tenido en mi lugar”. Aun así, asegura que ha sido una decisión muy dura. Porque abandona el mundo que conoce. El deporte que tanto le ha ayudado a seguir adelante. El que “me hizo superar tantos obstáculos que la vida me ha puesto”. En nombre de toda la gente buena de este país, sentimos no haber hecho más. Que la vida te traiga paz.