Hay gente que siempre ha querido estudiar en una ciudad concreta. Quizá por la calidad de su universidad. Quizá porque siente alguna conexión especial con ella. También hay gente que nunca ha tenido predilección por ninguna en específico, pero que ahora desea con todo su corazón estudiar en alguna porque así lo van a hacer sus amigxs. Su otra familia. Ah, y también hay gente que quiere estudiar másters o doctorados que solo están disponibles en algunas universidades. Sí, hay muchas razones para querer tener la libertad de elegir en qué ciudad formarse. Y, desgraciadamente, la burbuja del alquiler está haciendo que esa libertad se empequeñezca cada vez más.
No es una sensación sin más. No es cosa de unas cuantas personas puntuales que se quejan en redes sociales y ya. Los abusivos precios del alquiler en toda España, aunque especialmente en algunas ciudades particularmente turísticas, son responsables de que tengas que conformarte con estudiar en una uni que para nada era tu prioridad. Es el caso de sitios como Málaga o Cartagena. Allí, tras matricularte, comienza una auténtica odisea para encontrar un alojamiento que sea medianamente decente o que no esté a tropecientos kilómetros de la facultad. Eso, dicen lxs expertxs, “está empujando a muchos jóvenes a elegir otras ciudades para continuar su formación”.
Y eso es una mierda. Y sí, claro que existen las becas de estudio en nuestro país. Faltaría más. Pero es que ni con esas. El País publicó un par de meses atrás un reportaje en el que analizaba cómo la burbuja del alquiler está dejando sin techo a jóvenes universitarixs con beca. Porque ni aún así llega. ¿Y las residencias de estudiantes? Al parecer, en Madrid tienen un precio de entre 700 y 1.500 euros. No está al alcance de todo el mundo Ni muchísimo menos. Lo que sí hacen muchxs jóvenes es irse a vivir a las llamadas ciudades dormitorio de los alrededores, pero luego echan tres o cuatro horas entre la ida y la vuelta todos los malditos días. Es una locura poco sostenible.
Barcelona tampoco se salva. Es la segunda autonomía con los alquileres más caros después de Madrid. Una ciudad que históricamente ha sido muy atractiva para estudiar por su calidad de vida y el prestigio de sus universidades. Ahora es cada vez más un anhelo solo apto para gente acomodada. Como dice Coral Latorre, la secretaria general del Sindicato de Estudiantes, en un reportaje del eldiario.es, “hay personas que están renunciando a su plaza universitaria por la imposibilidad de poder pagar un alquiler”. Y algo va muy mal en un país cuando pasan cosas como esta. Lo del alquiler y la vivienda debería ser prioridad absoluta de los gobiernos. No hay otra.