Francia se divide por un impuesto a los multimillonarios

Ciudadanía, sindicatos y partidos de izquierda defienden la medida para evitar recortes sociales que afecten a las clases populares

El pasado 8 de septiembre, el por entonces primer ministro francés, François Bayrou, perdía una moción de confianza en el Parlamento con 194 votos a favor y 364 en contra. En buena medida por la crisis económica que atraviesa el país. Solo un día después, Emmanuel Macron, presidente de Francia, nombraba al socioliberal Sébastien Lecornu como el nuevo primer ministro. Un regalo envenenado. Porque la división del parlamento francés está haciendo muy complicado que el dirigente pueda sacar adelante sus presupuestos. El apoyo de los socialistas, por ejemplo, depende de una medida muy aplaudida por los sindicatos: la implementación del impuesto Zucman.

Un impuesto que no es nuevo. Al menos en la teoría: lleva planteándose muchísimo tiempo, cada vez más debido a que la concentración de capital de las grandes fortunas es cada vez mayor, pero nadie parece nunca lo suficientemente bravo como para hacerlo realidad. Para que te hagas una idea, el impuesto Zucman consiste básicamente en gravar con un 2% el patrimonio de los que tienen bienes con un valor superior a 100 millones de euros. Estas personas, que tienen más dinero del que podrán gastar jamás en sus vidas, contribuirían con un pequeño porcentaje de su riqueza a las arcas del Estado y en consecuencia al bienestar del país y de sus ciudadanxs.

Sobre el papel es genial. Sobre todo si tienes en cuenta que esa gente ultramillonaria tiene cada año más y más dinero a causa del uso estratégico de su patrimonio. No van a pasar hambre. Ni muchísimo menos. Seguirán teniendo cientos de millones de euros. Y, gracias a ello, el gobierno no tendría que verse obligado a realizar otros ajustes sociales para que el déficit no se descontrole. Sí, el anterior primer ministro estaba dispuesto a congelar las prestaciones sociales y a borrar días festivos del calendario. Las protestas callejeras de la ciudadanía francesa fueron un mensaje claro de la voluntad de la gente: no exprimáis a la clase obrera. Poned el ojo en la gente rica.

Algo que tiene sentido desde un punto de vista ético, pero también numérico: como apuntan desde la agencia EFE, “las clases medias y populares pagan un 50% de sus ingresos en impuestos directos e indirectos”, mientras que “en el caso de los multimillonarios es solo el 27%”, lo que estaría incumpliendo el principio de igualdad recogido en la Constitución Francesa. Por supuesto, la derecha ya está diciendo que esa medida hará que las grandes multinacionales francesas se vuelvan menos competitivas en el mundo o que los ricos se vayan de Francia. En fin. Quizás la clave esté en que la tasa Zucman se vuelva norma en todo el planeta. Y problema resuelto.