En mayo de este mismo año el Centro de Investigaciones Sociológicas de España lanzó una pregunta clave: ¿estás a favor de que se rebaje la edad de voto a los 16 años? La respuesta mayoritaria, para sorpresa de nadie, fue que no, con un 79,3% de los votos. Quizás porque creen que lxs adolescentes no tienen el suficiente criterio como para decidir sobre cosas que afectan a su presente y a su futuro. Quizás porque quieren que sus intereses de adultxs sigan siendo máxima prioridad para los partidos políticos. Vete tú a saber. En cualquier caso, la ciencia no está de acuerdo con la opinión de la ciudadanía: cree que el derecho al voto a los 16 años es fundamental.
Un manifiesto en favor de la adolescencia
Obviemos el hecho de que resulta arbitrario fijar la edad del derecho a voto en los 18 años y no en cualquier otra edad. Y que hay gente con 15 o 16 años mucho más informada que gente de 55 años. Y que con 16 años ya puedes trabajar, con lo que aportas dinero a las arcas públicas a través de tus impuestos y, por tanto, deberías tener derecho a decidir qué se hace con él. Obviemos todo eso. Obviemos lo individual. Obviemos a lxs propixs adolescentes. Según un manifiesto que han suscrito más de 80 académicxs, que la gente pueda votar con 16 años es un paso decisivo para la supervivencia de la democracia en estos tiempos de locura antidemocrática.
“En un momento de creciente preocupación por la desafección política, ampliar el derecho al voto a las personas de 16 y 17 años emerge no solo como una medida de justicia, sino también como una herramienta necesaria para revitalizar nuestras democracias, como una apuesta inequívoca por la ampliación de derechos”, dice el manifiesto. Sobre todo, en un contexto en el que “los y las adolescentes están situados actualmente en la diana de las críticas de una sociedad que les escucha poco y, así, no llega a comprenderlos”. Necesitan voz. Necesitan ser fundamentales. Necesitan que la política los tenga en cuenta. Aunque solo sea para tratar de ganarse su voto.
De hecho, el manifiesto hace mucho hincapié en esto. Hasta ahora, y dado que la gente de 16 y 17 años no puede votar, no puede decidir quién ocupa el parlamento, lo que tenemos en España son “agendas políticas desequilibradas, sin abordar suficientemente temas cruciales para las generaciones más jóvenes como la crisis climática, la vivienda, la educación o el empleo juvenil”. En otros países, como Austria, ya se han dado cuenta de este sinsentido y permiten votar a partir de los 16 años. La sociedad es de todxs. De quienes llevan mucho tiempo aquí y de quienes apenas empiezan a vivirla. Y no puede ser que estas últimas se queden fuera de la toma de decisiones.