Si alguna vez se te ocurre asomar tu cabecita para observar el alumnado de cualquier clase de ingeniería, encontrarás a un montón de maromos y un ínfimo porcentaje de féminas. Por eso, los propios estudiantes suelen denominar a las facultades de esta rama un "campo de nabos". Según los últimos datos del Ministerio de Educación, las mujeres son mayoría en las universidades españolas el 54%, pero sólo representan el 25% de los estudiantes de la rama de Ingeniería y Arquitectura, según publicaba este artículo de El Mundo. En este contexto se supone que nació el 'síndrome de Beaucheff', una afección que no está descrita ni registrada por ninguna publicación médica ni con prestigio ni sin él y que consiste en que, al haber tan pocas mujeres, el hombre percibe a las que tiene a su alrededor de manera más bella de lo que son en realidad.
La descripción pseudocientífica a esto viene a ser algo así: "La baja densidad de mujeres hermosas motiva una adecuación al medio en forma de autodefensa subconsciente que insta a los varones a considerar hermosas a las mujeres disponibles". Esta genialidad fue descrita por primera vez en una revista del campus Beaucheff, perteneciente a la universidad de Chile, que alberga las carreras de ciencias físicas y matemáticas. Es una afección, si se le puede llamar así, que se aplica también a otro ámbitos, como el Ejército. campus Beaucheff, no tiene desperdicio.
Esto, en lenguaje mundano, vendría a ser: "En un concurso de misses no sé con cuál quedarme, pero en una clase con 50 tíos y dos tías, empiezo a ver a esas dos chicas como auténticos monumentos". Todo muy lógico. Además, se supone que esta conclusión lleva implícito el hecho de que la mente del varón experimenta esta 'distorsión' de la realidad por una cuestión de supervivencia de la especie. Porque, si no se 'obligan' a que les guste lo que hay, no procreamos. Porque ellas no escogen, claro, solo están ahí para tener el honor de ser elegidas. Muy machito.
En primer lugar, así como existe este síndrome aplicado a los pobres hombres que no tienen bonito ganado entre el que encontrar a su hembra, no existe una afección que designe la tragedia que sufren las mujeres ante la escasez de hombres en las carreras en las que ellas son mayoría. El machismo de este presupuesto nos lleva, además, a pensar que las mujeres que deciden dedicar su vida a la ciencia, a la tecnología o ser militares esperan encontrar el amor verdadero entre alguno de esos hombres tan apuestos que las rodean. Sin embargo, todas ellas ya tienen bastante soportando estereotipos, luchando contra un sistema que las coloca por debajo de los hombres y abriendo camino en sectores históricamente masculinizados. Inventar un trastorno en el que se entra a valorar su belleza o falta de ella en este caso es justamente lo que les faltaba.
Pensándolo bien, siento pena por la o las mentes perversas que inventaron este estúpido síndrome, porque solo indica que son unos pobres amargados incapaces de pensar en la mujer como un ser humano. No, amigo, son compañeras que tienen muchas cosas por las que preocuparse antes que por ser estéticamente atractivas para ti.