En una sociedad heteropatriarcal que rechaza aquello que se sale de la norma establecida, la homosexualidad, bisexualidad o transexualidad todavía están consideradas una anomalía. Es una realidad muy obvia, ningún heterosexual cisgénero tendrá que salir del armario, mientras que todas las personas del colectivo LGTBI nos vemos forzadas a pasar por ello. Psicológicamente es un proceso muy complicado y en ocasiones traumático, de una dificultad emocional que ningún heterosexual podrá entender, y es por eso que tú eres el único que tiene derecho a tomar una decisión.
Un miedo avalado por cifras
Cuando se quiere salir de armario, hay muchos datos que pueden llegar a ser preocupantes y que hacen que más de uno no quiera hacer público su género o sexualidad, como son la mendicidad LGTBI, las altas tasas de suicidio o el moving laboral. Apunta el psicólogo especializado en LGTBI, Antonio Ortega, que las personas del colectivo sufren un miedo interiorizado causado por todas estas manifestaciones de homofobia social. Aunque durante las últimas décadas los derechos de las minorías sexuales y de género han mejorado a pasos agigantados, hay muchos datos alarmantes que participan en este círculo de terror interiorizado.
La mendicidad entre jóvenes LGTBI, por ejemplo. En Estados Unidos, de todos los jóvenes sin techo, entre un 15 y 40 % pertenecían al colectivo. Comparado con el total de la población que suponen los homosexuales, trans y bisexuales entre un 5 y 10%, estos datos están en clara desproporción. Según alertan asociaciones como mendicidad entre jóvenes LGTBI, esto es debido a la intolerancia de muchos padres que expulsan a sus hijos de casa por motivos ideológicos, políticos y religiosos cuando salen del armario.
Los suicidios en el colectivo trans también contribuyen a este temor de la comunidad LGTBI a vivir públicamente acorde a su género. Más del 80 por ciento de los menores y adolescentes trans piensan en suicidarse, un 40% lo intenta y un 7% lo logra, según apunta Público. El bullying escolar, familiar e institucional contribuye activamente a esta preocupante cifra, que convierte el colectivo en uno de los más vulnerables.
Estas cifras son especialmente altas en países con una sociedad religiosa, intolerante o conservadora, como son los Estados Unidos, Rusia o China, entre otros. En España, no obstante, la mayoría de casos de salidas del armario familiares pasan por la aceptación. Como nos explicaban jóvenes españoles en un artículo anterior, “salir del armario ante mis padres no fue ni la mitad de terrible de lo que imaginaba”. Pero el rechazo social sigue ahí, latente, con unas las cifras sobre homofobia y transfobia que lo avalan.
Salir del armario laboralmente
En la adultez también hay momentos de discriminación que alimentan el miedo a salir del armario. A cada nuevo empleo, las personas del colectivo tienen que volver a salir del armario. Es algo agotador. Además, no todo el mundo se siente psicológicamente preparado para exponer su orientación sexual de forma pública en un ambiente laboral, ya que en empresas con élites directivas homófobas su carrera puede verse seriamente afectada.
Según los estudios de Kristin H. Griffith, no salir del armario supone infelicidad laboral y un menor rendimiento, por lo cual se empeoran las relaciones con los compañeros y se perjudica el ascenso. A la vez, el moving por la orientación sexual afecta a un porcentaje significativo del colectivo LGTBI que varía hasta el 40% dependiendo del sector y causa ansiedad en prácticamente la totalidad de los casos. Ante la salida del armario en el trabajo, por lo tanto, se dibuja una encrucijada en la mente de muchos: afirmar su orientación sexual y arriesgarse a que el entorno no les acoja o permanecer en el armario e ir erosionando su salud mental y satisfacción laboral.
Forzados a salir del armario
Es innegable que hay mucho en juego cuando se sale del armario. Según un estudio de los psicólogos queer Omoto y Kurtzman, cuando se hace pública la orientación sexual, se tienen en cuenta muchos factores: familiares, laborales, sociales, económicos y étnicos. Hay personas que, por la hostilidad en estos ambientes, sufren mucho pavor y se bloquean, negándose a sí mismas su orientación o género y forzándose a ser heterosexuales o cisgénero para encajar en un entorno que probablemente las discriminará. En estas condiciones, no es necesario que salgas del armario. Por salud mental, si no estás listo, no debes sentir presión para hacerlo. Aunque la gran mayoría de personas coinciden en que salir del armario es la mejor decisión que uno puede tomar —y los estudios apoyan esta afirmación—, si sales por obligación, esta experiencia liberadora se convierte en una auténtica pesadilla.
Como explicó el estadounidense Jeff Nelson en una carta abierta en el portal Odissey, antes de salir del armario tuvo una relación con un chico al cual rompió el corazón. El otro, por venganza, empezó a escamparlo por ahí, lo que se conoce como una carta abierta en el portal Odissey. Cuando empezaron los rumores se sintió roto, creía que su vida como la conocía se había acabado y que era hora de morir. Pensó mucho en suicidarse, un pensamiento que se reafirmó a medida que amigos iban rechazándole. Con el tiempo se dio cuenta de que esa era su identidad y que debía asumirla como propia si quería sobrevivir. Otro tanto relató una carta abierta en el portal Odissey, de Texas, que también fue expulsada del armario, “me robaron la oportunidad de decidir cuándo y cómo quería hacerlo”, la echaron a patadas a un entorno hostil que la envió a terapia de conversión, arruinándole la adolescencia.
En el caso de Clara —una estudiante de 23 años de Barcelona y que no ha querido dar su nombre real porque aunque ha asumido su identidad lésbica aún no lo ha hablado con su familia— estar dentro del armario supone paranoia y malestar mental. Elimina el historial de WhatsApp, de Internet —y de cualquier otro dispositivo que utilice— y asegura que no piensa en dar a conocer su homosexualidad debido a que su familia es tremendamente homófoba y depende de ellos para estudiar. Añade, además, que seguir dentro del armario la llena de rabia y odio, hacia sus padres y hacia la ideología cristiana, que la fuerza a no vivir públicamente. Explica que una vez una ex intentó sacarla del armario y, llena de ira, la amenazó con un cuchillo. “Me inundó la rabia, no podía permitírselo”, confiesa avergonzada.
Omoto y Kurtzman relatan el proceso de salida del armario, que consiste en que cada uno asume su identidad, calcula los riesgos de su salida del armario y lo hace progresivamente, cuando se siente preparado. Aunque siempre produce pavor, en edades adultas este proceso es especialmente complejo porque se suele tener en cuenta cómo afectará la salida del armario a sus familias y a su entorno laboral. Por ejemplo, si un cónyuge en un matrimonio heterosexual con hijos sale del armario, romperá su zona de confort y probablemente entrará a un entorno hostil y heteronormativo en el que tendrá muchísimos problemas con los que lidiar, como podría ser perder la custodia en caso de divorcio.
Los beneficios de salir del armario
Pese a las dificultades, salir del armario es tremendamente beneficioso para tu salud mental y física. Una infinitud de datos respaldan lo positivo que es hacer pública la orientación sexual y el género con los que nos identificamos. Por ejemplo, muchas personas transexuales coinciden que su verdadera vida empieza cuando salen del armario. O, también, según apuntan los estudios de Griffith, salir del armario disminuye las prácticas de riesgo y ayuda a prevenir la exposición a ETS.
Adam Blum, terapeuta emocional de personas LGTBI, explica que las personas que viven encerradas en el armario sienten una profunda vergüenza que se extiende a todos los ámbitos de la vida diaria. Asumir la identidad supone liberar todo aquello que reprimimos y que, según los estudios de Omoto y Kurtzman, si se enquista pueden llevar a una profunda depresión y crisis de ansiedad.
No salir del armario es vivir a escondidas, no pudiendo tener la vida que querrías tener y negándote cualquier tipo de relación profunda y sincera contigo mismo y con los demás. Asumir la propia identidad es un proceso costoso que puede llegar a ser difícil, pero gratificante. Aun así, si vives en un ambiente que no te acompañará, te pondrá dificultades y te abocará al maltrato o la miseria, no estás obligado a salir del armario, ya que hacer pública tu sexualidad solo te lo debes a ti mismo y a tu bienestar. A nadie más. Si eres de los afortunados que pueden escoger tranquilamente y sin presiones, hazlo cuando te sientas cómodo, ya que esta es tu vida, y tú decides cómo y cuándo abres tu esfera más privada.