Cuando el Sexo en la pareja ya no es lo que era

Ya nada queda de esos encuentros; ha desaparecido la intensidad en cada caricia y las ganas en cada beso, pero ¿por qué? ¿rutina?, ¿desgana?, ¿aburrimiento?

Maravilloso y lleno de pasión y desenfreno. Hace unos años el sexo era esa fuente de placer capaz de transportarte a una dimensión en la que los únicos ingredientes para la receta perfecta eráis vosotros. Pero, ¿qué ha pasado? Ya nada queda de esos encuentros; ha desaparecido la intensidad en cada caricia y las ganas en cada beso, pero ¿por qué? ¿rutina?, ¿desgana?, ¿aburrimiento? No pierdas la esperanza. Pregúntate si todavía queda amor, porque amor significa ganas y ganas, solución.

Antes de seguir leyendo has de saber que en este artículo no encontrarás una fórmula exacta para recuperar la fogosidad de tus encuentros eróticos, sin embargo si hallarás un camino que podrás recorrer siempre que quieras y siempre que te prometas a ti mismo/a no echarte atrás.

Cultivar el deseo

Si dedicamos tiempo al trabajo, a los amigos, a la familia, al deporte... ¿por qué no dedicárselo al sexo? A pesar del desinterés general hacia los encuentros eróticos planificados, hay que tener en cuenta que el sexo no funciona como un interruptor y éste sólo es espontáneo los primeros años de relación. Por eso es necesario cuidar el deseo. Si consigues interiorizar esto, enhorabuena, ¡has descubierto la América del sexo!

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 Responsabilidad del propio placer

Nadie va a venir a regalarte orgasmos ni éstos van a aparecer por arte de magia. Tu placer y deseo son responsabilidad tuya. Si tú mismo/a no sabes estimularte, nadie va a saber, principalmente porque no vas a poder comunicar qué es lo que te gusta y lo que no. Tu cuerpo es tuyo y la decisión de qué hacer con él la tienes tú, por lo que si decides que lo que quieres es obtener placer a través de éste, es el momento de ponerte manos a la obra.


 No existe una crisis de deseo existe una crisis de imaginación

Nos motivamos ante la novedad y nos aburrimos ante lo familiar, así de simples somos. Deseamos lo que no tenemos pero no sabemos desear lo que tenemos porque amparamos nuestro deseo en ideales románticos mientras se nos olvida que en la vida real las cosas son distintas a como nos las cuentan en los libros y las películas. Ningún hada madrina va a venir con su varita mágica a hacer que los encuentros eróticos sean como al principio. Lo peor de todo es que aún sabiendo esto, en lugar de trabajar un comportamiento sexual inteligente o real, caemos en el tópico muy a sabiendas de que las cosas no pasan solas y abandonamos la libido a su suerte esperando que, contradictoriamente, un día nuestra utopía se haga realidad.

Una vez abrimos los ojos aleluya ante la situación y decidimos ponernos manos a la obra, buscamos ayudas externas para que nuestra relación dé un giro radical, sin embargo nunca intentamos trabajar con lo que ya tenemos; nunca intentamos hallar la novedad en lo familiar. ¿Y si la solución está en saber buscar el erotismo en lo que ya tienes? ¿Y si la clave eres tú? Piénsalo. Quizás no es mala idea intentar erotizar la mente y alimentar el deseo siguiendo esta premisa. Quizás lo que tengas en el fondo es una crisis de imaginación y lo que ocurre no es que no haya pasión si no que os habéis acomodado.