Si vas a estar unos días con alguien, puede que pasar las 24 horas pegados como lapas os funcione, pero si quieres pasar con alguien el resto de tu vida, será imprescindible poner algún horario. De lo contrario, la vida lo acaba imponiendo por sí sola: uno de los dos se acaba quemado, o aparecen daños colaterales que ponen a la relación en peligro.
Cuando acabamos de conocer a alguien especial, nos quedaríamos incluso sin dormir con tal de seguir más tiempo a su lado. Las noches son cortas, la sed insaciable y las conversaciones, eternas. Lo que ocurre es que después hay que ir a trabajar, están los amigos y la familia esperando para quedar... y entonces toca decidir dónde poner el límite.
Por otra parte, hay otra persona importante a la que descuidamos muchas veces cuando nos involucramos en una relación: uno mismo. ¿Dónde está ese hobbie que tanto te gustaba?
¿Te has parado a echarle de menos alguna vez, por voluntad propia? No hace falta que surja un viaje de trabajo, o que haya una discusión. A veces vale la pena disfrutar de echarse de menos, y así poder valorar más, pensar mejor y volver con la ilusión renovada.
Y es que si no estamos bien los dos, la relación nunca podrá estar bien. En el mundo del coaching hay un ejercicio clásico que se llama la rueda de la vida.

Se trata de ver cómo estamos en las diferentes áreas de la vida: amor, trabajo, familia, dinero, salud... Si uno se da cuenta de que hay temas muy bien y otros muy mal, entonces la rueda no podrá girar bien, porque está descompensada.
Si el amor se cuida pero se descuidan otras áreas, tarde o temprano también acaba sufriendo daños colaterales la relación
Las relaciones poco ventiladas y saneadas acaban perjudicadas, porque a largo plazo somos la suma de lo que hacemos, y si solo estamos dentro de la relación, la relación no se nutre nunca de nada nuevo, nada de fuera, y acaba siendo una relación endogámica y tóxica. Por eso dicen que "amarse no es mirarse al uno al otro, sino mirar juntos hacia la misma dirección".
Los proyectos comunes harán que pasemos mucho tiempo en pareja, pero también requieren momentos con otras personas y momentos de soledad. De esa variedad y riqueza se nutre una relación con promesa de futuro. Porque más vale echar de menos de vez en cuando, que acabar por echar a alguien de más.
Crédito de la imagen: Nichol Vogas