Las relaciones humanas son cosa de dos. Y punto. Por más vueltas que quieras darle, por más rollos que te suelte la otra persona, la realidad es tan sencilla como que tú no deberías estar sobrefuncionando para compensar su infrafuncionamiento. Y en el fondo sientes que es así, que ya estáis en ese punto. Roxy Zarrabi, psicóloga estadounidense experta en patrones de relación, ha trabajado con infinidad de pacientes sumidxs en esta dinámica disfuncional y conoce muy bien esas primeras señales que la evidencian. Por ejemplo, esa sensación o incluso convicción interna de que si bajas la guardia y descansas un poquito todo se desmoronará inevitablemente.
O ese resentimiento que aflora una y otra vez a las primeras de cambio. En palabras de la propia Zarrabi, “el resentimiento suele ser una señal de que se han cruzado tus límites o de que te sientes dado por sentado”. Accedes a sobrefuncionar porque tienes miedo a la pérdida, pero una parte de ti, orgullosa y rebelde, acumula rencor ante la negligencia de tu pareja. Y oye: nadie puede culparte. Además, y derivado de todo esto, pasa también que te sientes mucho más irritable y te pones quisquillosx con tonterías que en otras relaciones dejabas pasar sin más. Un síntoma no solo del resentimiento sino también del estrés. Lo cargas todo sobre tus hombros. Y pesa. Pesa mucho.
Necesitas priorizarte
Otra señal de sobrefuncionamiento, según esta especialista, es el hecho de tenerte a ti mismx en un segundísimo plano. Como dice Zarrabi, “no puedes recordar la última vez que hiciste algo solo por ti porque te apetecía porque la mayoría de los momentos de tiempo libre los dedicas a completar tareas y planificar detalles logísticos”. A eso y, cuando todo está bien, a priorizar las necesidades de tu pareja. Y así no hay manera de disfrutar de la vida. Es más, esa es otra señal clara de estar compensando el desinterés o la vaguería de la otra persona: carecer de la espontaneidad y de la alegría necesarias para vivir el momento presente. Estás siempre en otro lado. Ansiosx.
Por último, pero no menos importante, está la caída en picado de la libido. “No es raro que aquellos que sobrefuncionan en sus relaciones se sientan cada vez menos atraídos por sus parejas con el tiempo”. Por un lado, porque el estrés, la frustración y el resentimiento no son precisamente afrodisiacos. Por otro lado, porque percibir a tu pareja como una persona inmadura, emocionalmente irresponsable e incapaz de aportar lo que tiene que aportar le resta bastante atractivo. Es casi como tener un hijo. ¿Qué? ¿Te ves representadx en este cuadro general? Pues es el momento de tener una conversación difícil y honesta. No te mereces una relación así. Lo sabes muy bien.