Seguro que más de una vez te has quejado con tus amigas, o las has oído a ellas, de que tu novio o novia, olvidémonos de la heteronormatividad de una vez no se esfuerza en la cama, de que no te gusta eso que te hace, de que a menudo no tienes orgasmos o, incluso, puede que les hayas confesado alguna fantasía que a tu pareja no le has contado. Sin embargo, ¿te has preguntado quién de los dos tiene la culpa de todo eso? Seguramente la respuesta sea 'tú'. Eso significa que todavía hay un terreno que no has conquistado: el de la responsabilidad de tu propio placer.

"Las mujeres debemos responsabilizarnos de nuestra sexualidad. No solo conocer nuestro cuerpo, saber cómo funciona y averiguar lo que de verdad nos produce placer a cada una, también hemos de preguntarnos cómo nos gustaría que fueran nuestras relaciones sexuales. Y hemos de hablar de ello alto y claro", dice la sex coach y periodista Sylvia de Béjar en su libro Tu sexo es aún más tuyo.
Porque aunque la sexualidad femenina sea algo de lo que ya no debemos avergonzarnos y se grite a los cuatro Twitters, todavía sentimos muchas cuerdas amarrándonos de puertas para adentro. Pudores y culpabilidades que sujetan nuestro deseo y nuestro placer. Y resulta mucho más cómodo seguir achacándoles la responsabilidad de desatarlas a ellos. Decir que son egoístas por conseguir su orgasmo y darse la vuelta para dormir, quedarnos calladas entonces y ponerles verdes al día siguiente con nuestras amigas.

Pero, en realidad, el único modo de gozar es cortar esos lazos tú misma: si no te gusta lo que te hace, díselo. Si quieres que te haga algo nuevo, pídeselo o usa tus momentos de intimidad para probarlo a solas recuerda: masturbarse no está prohibido cuando tienes pareja. Si él se corre y tú no, pídele tu orgasmo al igual que él busca el suyo a través de la penetración. Si no está por la labor, la única que tiene el poder de mandarle a freír aguacates, adivina, también eres tú. Y no solo deberías hacerlo por ti, porque los dos saldréis ganando: tú serás más consciente de tu sexualidad y disfrutarás más y él dejará de ser quién tiene que venir a salvarte de tu insatisfacción sexual, rendir como un campeón y tener ganas a todas horas.
El silencio nos perjudica siempre a todos. Como dice Sylvia de Béjar, "de nada servirá que quieran escucharnos si no sabemos qué decirles. De nada servirá que quieran aprender si no somos capaces de enseñarles". Y solo hay una forma de saber si tiene razón: intentándolo.