Para todas esas mujeres que, aunque solo fuera por un preciso instante, nos hicieron sentir realmente vivos.
Sal con una chica precipicio. Sal con una chica que viaje en la vida por el carril rápido. Sin miedo al riesgo. Sin miedo al vértigo. Sal con una de esas chicas que no están hechas para todos, con esa clase de mujer a la que jamás podrías hacer renunciar a nada porque el significado de atadura no lo registra en ningún diccionario.
Sí. Sal con una chica precipicio. Con una chica que vibre a todas horas. Pero no estoy hablando de esa chica que conoces una noche y te llevas a casa, estoy hablando de una de esas chicas que disparan sin miedo dardos a la vida y se la llevan de un plumazo. De esa clase de mujeres que te hacen ver la vida asomándote al borde de un acantilado para recorrer el mundo entre escalofríos, temblores y espasmos.
No sabría por dónde empezar a describir una chica así, quizás lo primero que se me pasa por la cabeza es un huracán, una tremenda y devastadora tormenta que de repente pasa por tu vida arrasando con todo lo que pensabas o sentías antes y dejando en astillas los cimientos de tus más profundas convicciones.
Hablo de esa clase de mujer que no le tiene miedo al riesgo, que canta y baila en medio de todo el mundo sin necesitar la aprobación de nadie porque la vergüenza no se encuentra en su genoma humano. Esa chica cuyo espíritu aventurero acojona tanto que hace que te tiemblen las rodillas hasta dejarte postrado ante tanta locura. Y no hablo de sumisión, sino de adoración, porque hasta que no has experimentado su paso por tu vida, realmente no has sabido entender el verdadero significado de VIVIR.
Si puedes elegir, elige a la chica precipicio. Esa chica que no es normal porque hasta cuando camina sus curvas se mueven diferente. Una chica que no necesite que llegue nadie a cumplir sus expectativas porque ella sola es capaz de cumplir las suyas. Una chica sin miedo que te escupa las verdades a la cara, que no te rompa, te bese y te cicatrice hasta curarte. Una chica que no necesite pasear por el parque y llevar una vida standard en la que todo el mundo se sienta cómodo, menos nosotros. Yo no necesito eso.
Sal con ella. Porque es una belleza y una bestia, una princesa y una pecadora. Una chica que podría satisfacer cualquiera de las locuras que necesitas. Una tormenta, un terremoto o todo a la vez. Una señorita y una puta, una pequeña cosa loca, una sacerdotisa de las emociones. En definitiva, esa clase de mujer que querrías como compañera hasta el último kilómetro de vida.
Conclusión: sal con una chica precipicio.