En la vida a veces te equivocas de tren. Bajas, te cambias de estación, sigues buscando el tuyo... y un día tienes la sensación de haberlo encontrado, por fin. ¿Pero qué pasa si sientes que nunca llega ese día? Hay momentos en que parece que no hay manera, que no damos con la persona adecuada, aquella con la que realmente merezca la pena compartir tristezas y alegrías, estar en la salud y en la enfermedad... y es que cuesta encontrar un buen compañero de viaje. Sobre todo cuando ni siquiera sabemos lo que queremos ni lo que realmente nos hace felices.
Una de las características más encantadoras de la Generación Milenial y, sobre todo, de la juventud, es nuestro lado contradictorio. Queremos seguridad, pero nos encanta la aventura; queremos dulzura, pero cursiladas las justas... Nos encanta sentir intensamente, pero nos asustamos cuando pasa algo inesperado que no podemos controlar racionalmente. ¿Realmente existe alguien tan extrañamente perfecto que tenga lo justo de todo, en las dosis exactas que necesitamos? ¿Es posible hacer la carta a los reyes magos en el amor?
No encontraremos a ninguna persona sin defectos, con la que nunca choquemos ni tengamos diferencias, ni a una persona que nos complazca en todo. Si la encontrásemos, sería por una de estas dos razones, ambas igual de negativas: o bien que la otra persona en realidad es un clon nuestro, es decir, que nos hemos enamorado de nosotros mismos, y esto implica que no vamos a poder enriquecernos; o bien que la otra persona realmente no sea como nosotros, pero se adapte hasta el punto de preferir complacernos a tener su propia personalidad.
Creo que la clave es pararnos a pensar qué es lo que realmente consideramos importante, vital, indispensable. En las relaciones hay que sacrificar siempre algo, porque forma parte de la convivencia humana, pero debemos tener claro qué es lo que consideramos intocable, qué aspectos de la vida no queremos sacrificar por nada del mundo. Por ejemplo, si para nosotros es importante viajar y conocer culturas, más vale que nuestra pareja no sea una persona de aquellas que les gustan las rutinas fijas y que se estresan mucho con los cambios y las sorpresas. Por supuesto que hay personalidades que se complementan, pero cuando se trata de preferencias en el modo de vivir, es esencial que sean compatibles para que ninguno de los dos sacrifique algo que es esencial para su felicidad.
Por otra parte, hay cualidades humanas que no son preferencias personales, sino ingredientes indispensables de una relación para que funcione. ¿Qué futuro puede tener una relación de pareja sin honestidad? ¡Y buscarse un compañero de viaje con la mente cerrada puede augurarnos una larga vida de discusiones! Apertura, confianza, respeto, pasión, compromiso, comunicación, coherencia, integridad personal... son cualidades que no son opcionales si buscas a un compañero de vida, y también merece la pena que las desarrolles en ti si quieres llegar a ser un buen compañero para otra persona. Son las cualidades que también se valoran en las entrevistas de trabajo y serán también las que apreciarán tus amigos, tus hijos, tus vecinos... y las que probablemente te llevarán a tener una vida feliz y auténtica.