Qué pasa si pones fotos hechas con IA en tu perfil de citas

El efecto colateral de mejorar tus fotos demasiado

Desde hace un año nadie puede parar de hablar de la inteligencia artificial. Que si IA por aquí, que si IA por allá... No negamos que sea útil para muchas cosas, pero es cierto que se ha generado muchísima expectación con lo que podrá o no hacer. Un campo en el que pueda tener también un impacto significativo es el de las citas románticas por internet. ¿Ajá, a que no lo habías pensado? Pues si lo empiezas a hacer es un poquito “creepy”. Porque, ahora comienza a imaginarte que las personas que te salen en tu app favorita de citas en realidad han publicado unas imágenes retocadas con inteligencia artificial. ¿Te haría gracia?

No es como que ahora nunca nadie mienta un poquito sobre su aspecto físico en Tinder o en Bumble. Al final, siempre ponemos las fotos donde salimos mejor, con la luz que nos resalta el color de los ojos y el perfil bueno. Pero de aquí a añadirnos con inteligencia artificial algún que otro retoquito hay un salto.

Y esto es lo que intentó probar una periodista de Cosmopolitan Estados Unidos. Su experimento fue tal que así: subió veinte fotos a la aplicación Photo AI, que perfecciona tus fotos y crea fondos según lo que le indiques.

De Ohio a París a golpe de IA

En su conjunto de imágenes había una mezcla de tomas de cuerpo completo y primeros planos de ella frente a escenarios simples. Pero después de que la aplicación las procesase, en las imágenes aparecía ella, pero con los pechos más grandes, “una mirada casi vidriosa y el cabello extremadamente suave”. Y ya no estaba en su barrio estadounidense de siempre, sino que ahora se encontraba en un viñedo italiano, en la Torre Eiffel o en una cancha de tenis en Wimbledon.

Lo más sorprendente es que ninguno de los chicos con los que interactuó en las apps de citas parecieron darse cuenta. Nadie le preguntó por su vida elitista o por sus viajes. Tampoco parecieron dudar de su aspecto físico. E incluso llegó a quedar con ellos, sin que en la cena o en el café sacasen a la luz algún tipo de duda sobre la artificialidad de las fotos.

El único efecto que tuvo fue en la propia periodista. Según cuenta, subir esas imágenes hizo que fuera muchísimo más insegura en sus citas, ya que temía ser descubierta o decepcionar a aquellos a los que había seducido de manera artificiosa. Su reflexión termina así: “Me hizo preguntarme si todos los hombres que he conocido en las aplicaciones han sido tan ajenos o si simplemente estamos tan acostumbrados a ver versiones retocadas y apenas reales de nosotros mismos y de los demás que nos hemos vuelto totalmente insensibles o, peor aún, indiferentes.”