Los psicólogos de Harvard han descubierto la técnica definitiva para gustar

Salvo explosión súbita de sexo, que va a ser que no, la ocupación reina de las primeras citas es la conversación. Horas y horas de intercambio informativo con un propósito final brillando en la lejanía de las palabras: causar una admirable impresión

Salvo explosión súbita de sexo, que va a ser que no, la ocupación reina de las primeras citas es la conversación. Horas y horas de intercambio informativo con un propósito final brillando en la lejanía de las palabras: causar una admirable impresión que abra las compuertas de una segunda cita. Sin embargo, y a pesar de su importancia, rara vez dedicamos al noble arte de la charla la planificación estratégica que dedicamos a la ropa o al maquillaje. Hasta ahora. Porque un grupo de psicólogos de la Universidad de Harvard ha descubierto la técnica de diálogo definitiva para gustar: hacer muchas preguntas.

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Esta es la conclusión que obtuvieron Karen Huang y el resto de investigadores tras realizar un sencillo experimento sociológico entre parejas de desconocidos. En el mismo, una persona de cada pareja fue animada previamente a realizar el máximo número de preguntas posibles durante la cita. Al final del encuentro, la otra persona era cuestionada acerca de su predisposición a conceder una segunda oportunidad. Como habían predicho los expertos, aquellas personas que preguntaban por encima de la media resultaban más interesantes y contaban con mayores opciones de pasar a segunda base.

La razón de este fenómeno, según explican en la Journal Personality and Social Psychology, está íntimamente ligada a eso que los norteamericanos llaman responsiveness, término que podríamos traducir como ‘reactividad’. Para Huang y sus colegas, esta técnica del entrevistador espontáneo satisface a la perfección las tres características del responsiveness: comprensión, validación y cuidado. La primera porque ser un preguntón es el camino más corto y eficaz de comprender a alguien. La segunda porque preguntar implica validar la opinión del otro. Y la tercera porque seguir preguntando y ahondando es una prueba innegable de que nos importa nuestra cita.

No obstante, y pese a sus enormes ventajas, la gran mayoría de personas tendemos a evitar esta postura detectivesca ante la preocupación de resultar indiscretos. En su lugar, acostumbramos a tomar el camino fácil y caer en el discurso egocéntrico, enfocando la conversación en nosotros mismos con la esperanza de darnos a conocer de una manera positiva. Sin embargo, y aunque al final de la cita sepan menos de ti, la técnica del 'preguntismo' va más allá de datos y manda un mensaje muy claro al chico o a la chica que tienes delante: te preocupas por sus necesidades emocionales. Y ahí, como siempre, está la clave.

Eso sí, la técnica requiere una ejecución de calidad. Realizar preguntas de manera autómata y apática puede convertirte en reportero de actualidad, pero no en un gran seductor. Lo aclaran los investigadores en su estudio: aquellos que realizaban preguntas de seguimiento, en lugar de preguntas disruptivas, lograron mejores resultados. Es decir, que en lugar de saltar de tema en tema como una rana con preguntas superficiales, lo óptimo es hacer preguntas que vayan profundizando en los distintos temas. Por si andas despistado, aquí te dejamos tres tipos de preguntas que pueden cautivar a tu cita:

Preguntas de causalidad

Preguntar por hechos puede generar cierta conexión —conocer qué estudia, a qué se dedica, o cómo fue ese viaje de mochilera por la Rumania rural—, pero lo que de verdad establece vínculos y demuestra interés son las preguntas enfocadas a conocer los motivos y motivaciones que esconden los hechos. ¿Por qué estudiaste eso? ¿Por qué te dedicas a eso? ¿Por qué un viaje? ¿Por qué Rumania? ¿Por qué al campo, con la de bichos que hay? Son la puerta a una explicación más profunda de la personalidad. El 'por qué' prevalece sobre el 'qué'.

Preguntas de emociones

Aunque pueda sonar cursi y excesivamente entrometido para una primera cita, preguntar acerca de cómo le hacen sentir las cosas es un punto de partida fantástico para conocer a alguien. Por si fuera poco, es una invitación a que se abra y abandone esa trivialidad en la que suelen caer las conversaciones primerizas: ¿Cómo te hizo sentir aquello? ¿Estás orgulloso de eso? ¿Te preocupa eso otro? Conviene, no obstante, no sobrepasarse. Una cosa es querer hablar de tus emociones y otra muy distinta es querer salir con un psicólogo.

Preguntas de futuro

Otra buena forma de entender a alguien es preguntándole acerca de sus planes y objetivos. La mayoría de personas adoran contar con audiencia cuando se trata de proyectar su vida: laboral, familiar, sentimental, existencial. Además de ganar enteros para una segunda cita, esta clase de preguntas son un gran decodificador de las ideas y filosofías de una persona. En el mejor de los casos pueden servirte para avanzar a la siguiente casilla. En el peor de ellos pueden descubrirte algo que no te guste y poner pies en polvorosa lo antes posible.

Y tú: ¿preguntas o naufragas?