El hombre ha soñado con entenderlo desde que existe. Porque es el sentimiento más puro, más profundo. A veces, irracional; a veces, devastador. Y siempre perturbador, catártico. Porque el amor despierta todos los instintos y emociones. La pasión, la ira, la ilusión, el desencanto. El amor marea, eleva y revuelve con su fuerza casi sobrenatural. Por eso, nadie puede vivir sin él. Porque el amor no hace a las personas felices; simplemente, las hace más humanas.
Pero, precisamente por esa condición, la de ser persona, todos estamos sujetos a procesos que, más allá de las explicaciones poéticas o impalpables, son estudiadas desde el punto de vista científico. ¿Qué somos, sino el resultado de miles de conexiones cerebrales? Nuestro cuerpo nos dirige y configura cómo somos. Por eso, ¿sería descabellado estudiar el amor como un proceso más, como el fruto de una serie de condicionantes biológicos?
Al parecer, no, según el método de la Escuela Neurocientífica del Amor, que acaba de abrir en España y promete explicar el mecanismo de ese sentimiento aparentemente mágico mediante mapas mentales para que sea nuestra biología la que nos indique dónde está y quién es esa persona que será, al final, el amor de nuestra vida.

“Tratar de entender cómo es el proceso del enamoramiento y aprender a construir una relación amorosa duradera con una persona 100% compatible con nosotros”. Esto es lo que buscan aquellos que acuden a la Escuela Neurocientífica del Amor según Miquel Iglesias, su director. Unos llaman para sentar unas bases sólidas de una relación que acaban de iniciar, otros acuden en pareja para comprobar si realmente son compatibles y también los hay que se ponen en manos de los profesionales de la escuela para llevar a cabo un tratamiento desintoxicante. Pero todos tienen como objetivo prioritario entender qué es el amor y cómo experimentarlo de la forma más saludable y plena.
¿Y quién no querría? La pregunta es cómo aprender a hacerlo, y ahí es donde radica la innovación de esta propuesta. El primer paso es someter al interesado a un Sinapsis Test, probado ya en más de 14 millones de personas en diferentes lugares del mundo: “Todos intentamos combinar distintas actitudes frente a la vida al mismo tiempo; tratamos de ser aventureros y conservadores, empáticos, emprendedores, pero eso es imposible y frustrante”, asegura Iglesias, que añade que “nadie es capaz de abarcar todos estos comportamientos, porque corresponden a tipos de personalidad diferentes”.
Así, el Sinapsis Test implementa una serie de pruebas que muestran a la persona cómo es en realidad y, “a partir de ese momento, podemos decirle cómo es su complemento, cómo será el amor de su vida. Es el mapa del tesoro, porque te indica en qué dirección debes buscar la felicidad”, concluye Iglesias.

Porque todo está ya analizado. Los postulados de la Escuela Neurocientífica del Amor se basan en las investigaciones de Helen Fisher, la mayor estudiosa de la biología del amor y la atracción. Miquel Iglesias explica que “las cuatro sustancias principales que se combinan en nosotros son la dopamina, la serotonina, los estrógenos y la testosterona, dividiendo a las sociedades en cuatro grandes grupos según cuál de ellas prepondere frente a las otras tres”. Las investigaciones han constatado además que parece haber un ‘plan de la naturaleza’ perfectamente urdido, dado que “todas las culturas están divididas por igual, en grupos del 25%”, comenta Iglesias, asegurando que basta entonces con saber cómo eres tú para deducir con quién vas a ser compatible.
Porque un grupo se complementa con el otro. Pero, entonces, ¿qué hay de otros factores como la cultura, la experiencia o el entorno? Iglesias explica que “estos condicionantes no representan más que el 30% de nuestra configuración hacia el amor. La mayor parte de esta tendencia viene determinada por el ADN y se desarrolla durante la fase de gestación, imponiendo ya entonces un mayor porcentaje de alguna de estas cuatro hormonas”.
Y de eso se ocupan los profesionales que trabajan en la Escuela. Neurobiólobos, psicólogos, investigadores y un coach, como Natalia Urdinguio, analizan los patrones de los ‘pacientes’ y les enseñan, además, herramientas para saber buscar a su otra mitad. “En nuestros encuentros, tras realizar el Sinapsis Test, explicamos en qué consiste el perfil que ha quedado al descubierto y cómo es el de la persona que puede conectar con él”, comenta Natalia, que añade: “Además, analizamos por qué han fracasado las relaciones anteriores, qué es exactamente los que nos hace sentirnos más atraídos por unos o por otros y en qué teorías se fundamenta todo ello”.

Después, llega la práctica. En los seminarios grupales de nivel avanzado, los expertos enseñan a usar el lenguaje corporal en la seducción, muestran qué decir, cómo y en qué momento. Además, van dirigiendo las simulaciones para que después, cada uno, pueda ponerlas en práctica. Pero todo sobre la base biológica de cada uno, previamente estudiada. Todo visto desde el prisma de la neurociencia. Y todo buscando entender cómo somos, siendo el paso previo al de comprender cómo son los demás y así poder buscar nuestra pareja ideal. Entonces, ¿ha logrado el hombre desentrañar mayor misterio al que puede enfrentarse? Según la Escuela Neurocientífica del Amor, sin duda, lo ha conseguido. Y ahora tiene en su mano amar con inteligencia.