Es terrible, ¿no? El elegido. Tan drástico. Tan intimidante. Hemos oído tantas veces esa etiqueta que debe de ser cierta. Un todo o nada. Un instante para el que nos hemos estado preparando inconscientemente durante toda una vida.
De carne y hueso
No seas membrillo, por favor. Se trata solo de una persona, de un tío. Uno muy importante para ti, probablemente. La persona a la que quieres más que a nadie, seguramente. Pero aun así, solo un tío, solo una persona. No es la cura a tus inseguridades, o la fuente de toda tu felicidad. Solo una persona que te ama con locura, probablemente.
Sin embargo, no siempre se vive así. A veces parece que si no lo tenemos, si no hemos encontrado al Elegido, nos queda una ardua carrera por delante. Tu vida no significa nada todavía. Te estás perdiendo una gran parte. Es como si la gente pensase: "Sí, debes trabajar duro y ser autosuficiente, construir una carrera y descubrir cuál es tu cometido en la vida, pero incluso después de haber logrado todo eso, es mejor tener una buena excusa para cuando la gente te pregunte ¿Cómo es que aún sigues soltera y entera?"
Como si estuvieras haciendo todas estas cosas que son emocionantes e importantes para ti solo como pasatiempo, hasta que Él llegue para darle sentido a tu vida. Como si él tuviese que ser tu salvavidas y por lo tanto tu único propósito en la vida.
MAL. No necesitas al elegido para dar sentido, plenitud y la alegría a tu vida. Su existencia no es la que te valida. Puede ser un enorme e importante pedazo del rompecabezas de tu existencia, pero incluso sin esa pieza, te aseguramos que podrás ver la imagen del puzzle.
La tentación del botón rojo
A veces parece que solo tienes dos opciones:
1. Encontrar un hombre y ser feliz pero renunciar a todo sentido de la independencia y la búsqueda de un propósito en tu vida.
2. Odiar a los hombres, porque son malvadísimos, y te quitan tu independencia pero si encuentras a un tipo que te hace feliz y lo amas profundamente, debe significar que ya no tienes una vida o un propósito propio.
Sentido común, chicas. Es posible ser verdaderamente feliz por cuenta propia, y aprender a amarte a ti mismo. Pero esto no hace malo al amor. El amor no es una excusa. Enamorarse no significa una renuncia. No es un botón que apretar para soltar todo el bagaje que llevas a las espaldas, y amoldarte simplemente a la existencia del otro, es un botón muy rojo y muy gordo que a veces te apetece pulsar tanto como te asusta hacerlo.
Por favor, no lo hagáis.
Corazón vs. Intestino
Las opiniones de la gente no pueden mover tu vida en una u otra dirección. Recuerda que tu opinión es la que te mueve, tu opinión es la que toma decisiones, la que lleva tu vida por un camino determinado.
La gente puede hacer juicios de valor sobre ti, a veces sin querer, y a veces a propósito. En cualquier caso, sucede. Es solo la vida. Pero igual que llega, se va en un instante. La gente pensará cosas sobre ti y luego se olvidarán de ello, porque están demasiado preocupados por sus propias vidas y pensando en cómo y quiénes los están juzgando a ellos. Al final del día, tú eres el único que tiene que vivir tu propia vida.
Lo que realmente importa es cómo te sientes. Lo que realmente importa es si eres feliz. Si realmente quieres a esa persona que te acompaña. Si te hace sentir libre, amada, apreciada y cuidada. Si él está orgulloso de ti y te anima y cree que puedes hacer cualquier cosa que te propongas. Esa es la persona que cuenta, y no tiene por qué ser el centro del universo. Ni tu alma gemela, ni el elegido. Basta con que te dé alegría y aliento, y tú seas capaz de dárselo a él.
No tengas miedo del amor, el amor es estupendo. Pero, por favor, tampoco tengas miedo de no tenerlo, porque la vida es estupenda también sin él. Pasa un poco del corazón y escucha a tu intestino. Eso que estás pensando es la elección correcta.