Te enamoras. Conoces la sensación. Te entra un manojo de nervios cuando vais a quedar, de repente estás más feliz de lo habitual, quieres hacer planes diferentes y quieres que esa sensación se quede estable, plena, completa en el tiempo. A veces ocurre y otras veces este subidón va menguando. En ese descenso conoces a otra persona, alguien que te encanta, que te hace vibrar, que te hace reír, con quien te sientes cómodx, natural… Claro, ¿y ahora qué? No has dejado de querer a la otra persona: ahora te gustan ambas. Es más, una fusión de esas dos personas sería lo ideal pero, claro, no es posible. Así que, ¿cómo elegir?
Si te inclinas por tomar una decisión, es decir, sí o sí elegir a una de esas personas, tendrás que hacerte tu propio esquema, tu propia estructura y tu propio camino para ver por cuál te decantas. Esto lo diríamos así, a lo fácil y rápido sin muchos más entresijos aunque sí que existen. La cuestión, sea cual sea la manera, es que no puedes elegir. No puedes, eres incapaz. La primera pregunta que hay que plantear en este caos de decisiones es ¿por qué elegir?, ¿dónde pone que hay que elegir a una de esas personas? Como explica la especialista en relaciones Mariella Frostrup para The Guardian, “vivimos en un mundo que está cambiando y si ese mundo personal es mejor con tres personas en una misma relación, ¿por qué no tener valor y embarcarse en lo impensable?”.
Hace ya algunos años que, por ejemplo, la cuestión de género se ha ido abriendo paso entre lo que llamaríamos ‘fluido’, ¿por qué no repensar también las relaciones sentimentales?, ¿por qué no podemos permitirnos que eso fluya y que sea más distendido y que, sobre todo, sea posible? Es más, piensa en alguna pareja que conozcas o en alguna relación que hayas experimentado… Cuando llega el momento de la ruptura, hay mucho dolor y hay mucho daño. Lo mismo pasa con una pareja que intenta permanecer unida aunque no exista esa chispa… Todos esos ejemplos deberían llevarnos a pensar que quizás esta monogamia que experimentamos y que llevamos a cabo no es natural.
“Aflojar los lazos que unen nuestras relaciones románticas puede ser una mejor manera de hacer las cosas en un mundo donde una mayor esperanza de vida significa que los vínculos puedan durar hasta siete décadas. Eso es mucho tiempo para comprometerse con las deficiencias de otra persona”. Por lo tanto, si todxs están de acuerdo, ¿por qué no intentar vivir esta experiencia de a tres?
Aunque esto pueda sonar maravilloso así dicho y escrito, no es nada fácil. Hay que tener una seguridad y una confianza en unx mismx bastante grandes para que todas las concepciones más tóxicas que tenemos de manera natural insertadas en lo más profundo de nuestra mente no salgan a la luz con forma de monstruos con garras y dientes afilados. Pero hay que tener una segunda opción sobre la mesa más allá de intentar construir una relación poliamorosa: si ninguna de las dos personas ofrece lo que unx necesita, ¿por qué no decirle adiós a ambas?
Impulsadxs por la aventura nos embarcamos en experiencias que, a veces, nos llevan a la angustia. La imposibilidad de tomar una decisión puede ser un estado bastante frustrante y quizás lo ideal sea alejarse. Si no das el paso con ninguna de esas personas y tomas un camino en solitario quizás puedas ver qué es lo que realmente quieres y tengas la posibilidad de conocer a otros tantos seres humanos que pueden ofrecerte nuevas experiencias y que, desde el primer instante, tengas claro quién es un sí y quién es un no.