Perder una discusión con tu pareja puede ser mejor de lo que crees

Cuando las ganas de ganar son más fuertes que la empatía comienzan los problemas

Pero tiene solución. Según el propio Travers, “en lugar de centrarte únicamente en ganar las discusiones debes intentar encontrar soluciones a los desacuerdos que beneficien a ambos en la pareja”. Piénsalo así: si ganaras todas y cada una de las discusiones de aquí en adelante, quizá te sintieras bien contigo mismx pero a tu pareja la irías hundiendo. Especialmente si nota que para ti es tan trascendente pasarle por encima. En algún momento, más tarde o más temprano, probablemente se harte de vivir así. Sí, te irás de la relación con cuarenta debates ridículos ganados, pero perderás su amor y una chance fantástica para hacer las cosas bien y construir una relación saludable y hermosa.

Ponle freno. Y básate en el ingrediente clave para combatir la competitividad: la empatía. “Un estudio publicado en Family Relations descubrió que las relaciones mejoraban cuando uno de los miembros de la pareja sentía que su pareja se había vuelto más empática después de un programa de capacitación en empatía de cinco sesiones”. Buscar ayuda terapéutica nunca es mala idea. Si tienes tanta ansia por salirte con la tuya en cada pelea, si lo ves todo como una lucha, hasta el punto de comprometer tus relaciones, menos todavía. En palabras de Travers, “solicitar la ayuda de un terapeuta es una forma de comenzar este viaje”. Uno de evolución. Uno de crecimiento. Uno que salve lo que amas.

La maldita escena se repite. Comenzáis a debatir sobre algún asunto intrascendente, como la calidad del último episodio de The Last of Us o el modo en que se pronuncia una palabra en inglés, y cuando queréis daros cuenta estáis discutiendo nivel meirritascomonadie. Es inevitable. Tus ganas de demostrarle a tu pareja que está equivocada, tus ganas de que reconozca que tú tienes razón, fluyen como una energía negativa a tu alrededor y te impiden detenerte para observar el absurdo: estáis quemándoos por una soberana tontería. Al terminar, cuando la cosa se enfría, te dices a ti mismx que nunca más. Que ya basta de competitividad. Pero la escena volverá a repetirse. Lo sabes muy bien.

Y lo sabes porque lleva haciéndolo mucho tiempo. Porque esa actitud viene de muy atrás. Como dice el psicólogo Mark Travers en un artículo para Psychology Today, “no hace falta decir que este enfoque crea tensión y puede conducir a luchas de poder y desconexión entre las parejas”. Cuando contemplas a la otra persona, alguien con quien deberías sentirte en armonía, alguien con quien nunca deberías sentirte amenazadx, alguien con quien deberías querer cooperar en pos de algo juntos, como un rival a batir en cada mínima oportunidad, el amor se va escapando poco a poco por la ventana hasta que un día solo queden malos rollos. Esas relaciones tóxicas no pueden sobrevivir.

Pero tiene solución. Según el propio Travers, “en lugar de centrarte únicamente en ganar las discusiones debes intentar encontrar soluciones a los desacuerdos que beneficien a ambos en la pareja”. Piénsalo así: si ganaras todas y cada una de las discusiones de aquí en adelante, quizá te sintieras bien contigo mismx pero a tu pareja la irías hundiendo. Especialmente si nota que para ti es tan trascendente pasarle por encima. En algún momento, más tarde o más temprano, probablemente se harte de vivir así. Sí, te irás de la relación con cuarenta debates ridículos ganados, pero perderás su amor y una chance fantástica para hacer las cosas bien y construir una relación saludable y hermosa.

Ponle freno. Y básate en el ingrediente clave para combatir la competitividad: la empatía. “Un estudio publicado en Family Relations descubrió que las relaciones mejoraban cuando uno de los miembros de la pareja sentía que su pareja se había vuelto más empática después de un programa de capacitación en empatía de cinco sesiones”. Buscar ayuda terapéutica nunca es mala idea. Si tienes tanta ansia por salirte con la tuya en cada pelea, si lo ves todo como una lucha, hasta el punto de comprometer tus relaciones, menos todavía. En palabras de Travers, “solicitar la ayuda de un terapeuta es una forma de comenzar este viaje”. Uno de evolución. Uno de crecimiento. Uno que salve lo que amas.