Si alguna vez te has peleado con tu hermanx por quien entraba primero a la ducha o te ha caído bronca por haberle robado su jersey favorito, hay algo que debes saber: todas esas pequeñas batallas te han ayudado a ser una persona más sociable. Un estudio del proyecto Toddlers Up, liderado por Claire Hughes en la Universidad de Cambridge, sugiere que crecer con hermanxs mejora significativamente nuestras habilidades sociales y nos hace más competentes a la hora de interactuar con lxs demás.
El estudio, que ha seguido a un grupo de niñxs desde los dos años hasta la preadolescencia, encontró que aquellxs que crecieron con hermanxs mostraban una mayor capacidad para comprender emociones ajenas, negociar conflictos y adaptarse a diferentes espacios. En otras palabras, pelearse por quién se quedaba con el mejor pedazo de carne o quién jugaba con la Nintendo no solo te causó una rabieta momentánea, sino también un entrenamiento para la vida adulta.
Según la investigación, tener un hermanx te expone constantemente a situaciones en las que debes aprender a regular tus emociones. También a comprender el punto de vista del otrx y aprender estrategias de “resolución de conflictos”, porque claro, no podéis estar sin hablaros toda una semana. Este tipo de situaciones fortalecen habilidades como la “teoría de la mente”, la capacidad de entender que los demás tienen sentimientos diferentes a los propios. Y sí, aunque esas discusiones con tu hermanx pequeñx por quién se sentaba delante en el coche parecían una chorrada, estaban construyendo tu inteligencia social del mañana sin que te dieras cuenta.
Los beneficios a largo plazo
El estudio también descubrió que los beneficios no solo se reflejan en la infancia, sino que tienen un impacto a largo plazo. Los niñxs con hermanxs tienden a integrarse mejor en grupos sociales, formar relaciones de amistad más sólidas y gestionar con mayor facilidad el estrés en la adolescencia y la adultez. En cambio, aquellos que no tuvieron tanta suerte y crecieron sin hermanxs pueden encontrar que ciertas interacciones sociales son más desafiantes, debido a una menor exposición a estos “entrenamientos” cotidianos en casa.
Ojo: esto no significa que ser hijx único sea una desventaja insalvable. La clave está en exponerse a relaciones que sean significativas, que no tienen por qué ser con hermanxs. También son válidas esas que se dan con primxs, amigxs o compañerxs de colegio. Lo importante es tener la oportunidad de experimentar dinámicas de cooperación, conflicto y reconciliación que, al final del día, nos enseñan a ser más empáticas y resilientes.
Así que, la próxima vez que recuerdes esos enfados gigantescos con tu hermanx por quién tenía el mejor regalo en Reyes, dale las gracias. Sin saberlo, te estaba ayudando a convertirte en una persona más sociable, comprensiva y preparada para enfrentarte al mundo. Y si sigues discutiendo con él o ella de vez en cuando, bueno... tal vez todavía estés en proceso de aprendizaje.