Nunca he tenido pareja y creo que, a este paso, nunca la tendré

Jóvenes que nunca han tenido pareja nos cuentan como se apartan de las personas que les gustan

Lucía tiene 26 años y nunca ha tenido pareja. De hecho prefiere que la llamemos Lucía para que su verdadero nombre no quede indexado para siempre en Google junto a esta experiencia. Pero igual que ella, muchos jóvenes que nunca han estado en una relación estable entran en un bucle de dudas e inseguridades que parece que les aleje cada vez más de compartir su vida con alguien. No es que nos sigamos creyendo el cuento de que para ser feliz tienes que encontrar a tu media naranja, pero la pareja no deja de ser una forma de aprendizaje en la vida y nos interesa saber por qué hay personas que huyen de ella como de la peste.

Por supuesto que no es algo consciente. Lucía reconoce que cuando tiene algún ligue suele agobiarse y, de pronto, desaparece o le ahuyenta inventándose que se acuesta con otros o que no busca una relación. El caso es que, de una u otra forma, siempre acaba alejando la posibilidad de conocer de verdad a esa persona o dejarse ver de cerca. 

Excusas para no dejarse ver

"Esta actitud la pueden tener las personas que no han tenido experiencias afectivas en la adolescencia porque no tienen referencias sobre relaciones que les hayan salido bien y sobre cómo comportarse", cuenta la sexóloga Núria Jorba. Además la situación se agrava con los años porque, en general, se tiende a darle más vueltas a todo: "eso hace que piensen más en cosas negativas, que aparezcan los miedos y que, por tanto, no fluyan ni se muevan con ilusión". 

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Es lo que le sucede a Pablo, otro joven que prefiere no dar su verdadero nombre, de 25 años que, aunque le encantaría saber qué es eso de que alguien te de un abrazo gigante cuando llegas a casa después de un mal día en el curro o conocer tanto a alguien que sabes lo que piensa con solo mirarle, siempre se tropieza con las mismas piedras que solo están en su cabeza. Son mensajes tóxicos como "no estaré a la altura", "no sé cómo llevar una relación", "no entiendo que ve en mí" o "no me fío de él", que, según la psicóloga tiene efectos muy negativos para su vida: "hace que se sienta inferior y que, por tanto, se acentúe su tendencia a evitar a los demás y a marcharse a una zona de seguridad".

Otra forma de dinamitar cualquier posibilidad de tener una relación es ser excesivamente crítico con la persona de en frente. "Me busco excusas, como que no me convence físicamente, que es un cateto, que le faltan modales, que es demasiado mayor o me invento cualquier cosa y, entonces, le echo de casa", reconoce Pablo cuando en realidad el motor de todo esto es el miedo y, la gasolina, la inseguridad. 

Autoboicot creativo

Pero echarle la culpa el otro es solo una de las estrategias que existen, hay otras que son muchísimo más creativas y también destructivas para alejar a los demás de ti. Lucía recuerda con especial tristeza a una persona en particular con la que parecía que podría tener algo. Una noche de carnavales no pudo salir y se quedó en casa dejándose consumir por la película de terror que se estaba montando su cabeza. "Me envenené de celos. Nada más verle al día siguiente me puse a bailar y a coquetear con otro. Se acercó a mí para preguntarme qué estaba haciendo y yo respondí: 'pues lo mismo que tú ayer'. Aunque él no había hecho nada", reconoce Lucía al hablar del momento en el que apartó para siempre de su vida a ese chico. "Con el tiempo me dije: 'él podría haber sido mi primer novio'. Me arrepentí", añade la joven.

Sin embargo, esa experiencia no le sirvió de aprendizaje para que dejara de esconder a otros su verdadero yo, ese que podría conectar con otras personas a un nivel más profundo. Ha seguido huyendo de maneras diferentes. Desde alejarse de un chico que le gustaba para tener un rollete a distancia con otro que sabía que no tendría futuro. Continuando por no comportarse de manera natural y ser auténtica. Pasando por dejarse llevar, otra vez, por los celos injustificados. Hasta fijándose siempre en los tíos que menos le convenían, que peor la trataban o que menos pinta tenían de querer estar en una relación.

Para solucionarlo deben "enfrentar las situaciones, como, por ejemplo, quedando para hacer un café y darse la oportunidad de ver si la otra persona les gusta", explica Núria Jorba y añade que "en el caso de que les acabe funcionando, de que vean que las cosas pueden salir bien, podrán cuestionar sus miedos".

El error que cometen tanto Pablo, como Lucía y todas aquellas personas que le tienen pánico a estar en pareja es pensar que 'todavía no han encontrado a la persona perfecta', porque eso ya sabemos todos que no existe. No hay nadie en el mundo para completarte y nadie te va a querer si no eres capaz de hacerlo tú mismo. Por lo tanto es vital que tomen las riendas de su propia autoestima hasta darse cuenta de lo mucho que valen y lo que le pueden aportar al resto de las personas. Hasta entonces, todo serán excusas.