Si has entrado aquí buscando una especie de decálogo o manual de instrucciones para atar en corto a ‘almas libres’, tienes un problema. O varios. Porque todos somos libres por definición y por derecho. Y quién eres tú para atar a nadie. Es más, quién narices eres tú para querer reclutar a alguien a tu lado. Pero, sobre todo, ¿cómo tienes el valor de creer que tienes la necesidad de tener que retener a nadie?
Que no, métetelo en la cabeza. Que tú ya eres la naranja entera. Que no vas a ser más por tener a alguien al lado. Retener es como querer tener dos veces lo que ya tienes. Absurdo. Innecesario. El amor es otra cosa. Es pasión, complicidad, sinceridad. Pero, por encima de todo, es respeto. Quizás, y solo quizás, deberías plantearte por qué quieres anclar a tu lado a alguien que no quiere compartir su tiempo contigo. Porque para esto sí puedo ofrecerte una lista de pasos:
1. Cómprate una vida
¿No te has parado a pensar que el tiempo que tardas en intentar convencerle podrías invertirlo en algo más productivo? Matricúlate al gimnasio aunque luego no vayas, haz cupcakes o apúntate a hacer macramé. No sé, lo que quieras. Cualquier cosa será más fructífera y menos dañina que cantar bajo la ventana de alguien que no está por la labor.

2. Deja que los demás vivan la suya
Hazlo por ellos, pero principalmente hazlo por ti. Hay veces que está bien insistir, pero otras como en este caso es darte cabezazos contra la pared. Y seguro que aún estás en edad de aprender así que, en serio, déjalo. Recuerda aquella mítica frase en suajili que Pumba y Timón nos tatuaron en la frente en nuestra infancia: Hakuna Matata literalmente: ‘Vive y deja vivir’.
3. Persigue lo que quieres, pero no te arrastres
Ésta debería ser algo así como la regla de oro. Cuando tengas que rebajarte para conseguir algo, automáticamente debe perder tu interés, tu curiosidad y tu tiempo. Está claro que en tu vida tienes que tener claras tus prioridades y perder tu preciado tiempo en algo que te hará sentir peor no vale la pena. Cada segundo que pierdas es una oportunidad menos de ser feliz.

4. No lo cambies, cambia tú
Si realmente te gusta, déjale que sea tal cual es. Al fin y al cabo te fijaste en él así. Y en el momento que quieras cambiarlo, deberías hacer el ejercicio a la inversa y preguntarte por qué quieres cambiar lo que te encantó de ese modo y no de otro. Quizás deberías preguntarte si no eres tú quien debería cambiar antes de exigir a los demás. Piénsalo, a veces también se puede cambiar a peor.
5. Aprende a querer sin poseer
Quiere, ama, pero no domines. No controles. No poseas. El amor, como las personas, es libre. Y cuando deja de serlo ya no es amor, es obsesión sí, como la canción. Por tanto, no hagas caso de las cientos de canciones de reggaetón y demás que te insisten en que alimentes esa dependencia enfermiza. Solamente dos seres libres son capaces de amar sin barreras.

6. Deja de querer lo que no puedes tener
Que sí, que eso es muy humano querer lo que no se tiene si es ajeno, mejor y que nos va mucho la marcha. Pero al menos inténtalo. Porque al final ya es vicio. ¿No será que lo quieres precisamente porque no puedes tenerlo? Si la respuesta es sí, cambia el chip. Aprende a valorar lo que ya tienes, a disfrutar tus logros y gestionar tus anhelos. Saldrás ganando, te lo garantizo.
7. Ama su libertad igual que a su persona
Quiérele mucho, pero quiérele libre. Libertad significa respirar, tener un espacio propio, tener intimidad. Dale alas. Si también te quiere y es real, jamás volará muy lejos. Quiérele libre y quiérete libre aunque sea con él. Aunque en las pelis de Hollywood les encante resaltar ese amor pegajoso de juntos forever and ever, la belleza del amor reside en que cada sienta que la otra persona le ayuda a ser más él/ella misma.

8. No es que no quiera; es que no quiere contigo
Y si es que no, es que no. Y es mejor no darle más vueltas. Si tienes que forzarlo, déjalo correr. Porque está claro que no está hecho para ti. Que no es de tu talla. Así que será mejor comprar unos pantalones nuevos. Al final todo es más sencillo de cómo nos lo planteamos: Si no quiere comprometerse, no te quiere. Si no quiere nada serio, no te quiere. Así que buen viento y buena mar. Y a otra cosa, mariposa.
Por lo tanto, te voy a desvelar el misterio: la clave para conquistar almas libres es, precisamente, eso; respetar su libertad. Así la tuya como la de los demás, amén.