Cómo nos gusta el morbo. Cuánto nos atrae meter la nariz en temas que piden a gritos ser objeto de debate público y que navegan por nuestros juicios flotando indistintamente entre la risita y el tabú. Y esa hambre de carne fresca la vemos saciada hasta los topes cuando a su alrededor se construye una novela y sus consiguientes dos películas. Esa Lolita ha sido el aderezo de nuestras locas ganas de acercarnos a lo prohibido.
Más allá de la incestuosa pasión surgida entre un hombre y su hijastra, es el tema de la diferencia de edad el que aquí nos incumbe. ¿Ha estigmatizado la obra de Nabokov los idilios entre personas de dos universos generacionales? Probablemente. Más allá también de lo que el doctor Freud pudiera decir y la clara relación de Lolita con el Complejo de Electra, es el momento de ponernos hippies y reivindicar esos irremediables enamoramientos con personas de mayor edad.
Facebook no tiene la opción de poner como estado civil 'Romance intergeneracional'. Pero, 'Es complicado', sí. Un momento; ¿se supone que esta última opción engloba la primera? ¿Está Mark Zuckerberg juzgándonos? Me parece que sí. Pues sepa, querido magnate responsable de todos los males actuales del primer mundo, que si algo caracteriza los romances intergeneracionales es la no complicación. La simplicidad de la atracción y la llanura de la conexión. La brevedad de lo que nos ruega nuestra entraña y nuestra libido más profunda.
Tan pronto uno se prenda de una mente por su sabiduría o su atractivo intelectual, lo cierto es que se ven ya superadas muchas de esas otras barreras que en historias románticas más tradicionales hubieran supuesto un problema. Me refiero a esos problemas que nosotros mismos nos creamos. Cuando deseas follarte a una mente, es que algo entre tu cabeza y tus pies te ha removido.
No estaría en desacuerdo el doctor Freud en que esos idilios implican un retroceso a una fase sexual anterior y más propia de aquellas edades tempranas en que la sexualidad no supone un tabú y por ello se vive de forma más libre.
Será el saber que se está haciendo algo que haría a conservadores llevarse las manos a la cabeza, serán las ganas de hacer algo prohibido o será que Jeremy Irons no está del todo mal en el film de Lyne de 1997. Será que Sigmund ya lo decía o será que estamos todos bastante desequilibrados pero, sea como fuere, pido desde aquí al señor Zuckerberg que no siga estigmatizando esos inigualables amoríos que tan vanamente en secreto han tenido que llevarse por muchas y muchos.
