Cuando Hemos Idealizado Tanto El Amor Que Nos Olvidamos De Disfrutarlo

Todo va bien, es ideal, fantástico y maravilloso, hay corazones por todos lados, amores infinitos que crees que morirán de amor y de repelencia.

El famoso caso de la pareja ideal que viajaba por todo el mundo haciéndose fotos cogidos de la mano, volando, volteando por los caminos de la felicidad y más allá, resultó ser una farsa. ¿Cuántas parejas más habrá que aparentan ser una cosa y resultan ser otra? ¿Verdaderamente vale la pena aparentar que quieres a alguien y que estás bien con esa persona cuando en realidad es pura comodidad?

Continuamente vemos parejas demostrando su amor por las redes como si no hubiera un mañana empezando por las celebrities y acabando por personas como nosotros mismos. Ahí vale la pena plantearse si esa pareja que tanto parece quererse en las fotos en realidad lo hará, si se respetarán en su día a día y si se apoyarán cuando les haga falta.

La idealización en estos casos es muy común y muy sencilla. Todo va bien, es fantástico y maravilloso, hay corazones por todos lados, enamoramientos infinitos que crees que morirán de amor y de repelencia. Lo ves, lo estás viendo, lo visualizas; hasta que de pronto explota tu cuenta de Facebook y todo son dramas tras la ruptura. Y te preguntas: ¿y por qué han roto? Pues porque ni todo era tan bonito ni todo era tan de color de rosa como quizás querían hacernos creer.

Es una pena que personas que quieren a personas tengan que acostumbrarse a la compañía de otra por simple rutina o “porque sí”. Si lo que tienes a tu lado no es lo que quieres para tu futuro, cámbialo. Si por el contrario crees en ello, lucha. Pero lucha de verdad, y no intentando cambiar a la otra persona, sino construyendo algo juntos. Son los famosos cimientos de una relación que nos repite nuestra abuela una y otra vez y que tanto nos escandalizan: el respeto, la confianza y la sinceridad.

Señores, estaremos en el siglo XXI, pero las bases siguen siendo las mismas, y antes los hombres podrían ser más machistas, las mujeres más controladoras de lo que hacía o dejaba de hacer su marido, pero ante todo yacía el respeto mutuo por ambas personas. ¿Qué es eso de insultarse “con confianza”? Ni lo he visto ni espero verlo en mis futuras relaciones.

Nos quedaríamos sorprendidos con la de personas que dicen ser felices, que dicen tener una vida de ensueño con la personas que las acompañan y realmente solo se tienen a sí mismas y quizás ni tan solo eso, porque no son capaces de volar solas, de dejarse llevar por lo que puedan encontrarse más allá de lo conocido.

El ideal de relación existe, como en toda aspiración a algo. Del ideal a lo real hay un buen trecho, pero se trata de querer encontrar la razón por la que construir una vida juntos, más o menos idílica, pero juntos; con virtudes y defectos, pero siempre respetándose mutuamente. Conseguir que su felicidad provoque la nuestra. Que lo que le emocione, nos emocione a nosotros también, porque significará que estamos conectados y que hay un vínculo que, aunque no entre en los parámetros idealizados por la sociedad, será el nuestro.

Que el homenaje a la idealización no sea la foto de dos chavales de 18 años perdidos en la playa durante un año comiéndose a besos. No os dejéis engañar. Siempre hay mucho más detrás de una fotografía y de un supuesto amor infinito. Tomémonos, por favor, las relaciones como algo serio, porque como compañero monigote ya tengo a mi jilguero Carmelo.

A propósito, CERO DRAMAS.

 

Crédito de la imagen: Tumblr