Querer Huir De Alguien Es Desear Que Te Persiga Corriendo

Cuántas veces te habrás planteado aquello de que quizá deberías largarte lejos de esa persona, de que tal vez deberías coger todas tus cosas —muy poca ropa y un montón de recuerdos— y atravesar esa duda, esa puerta, ese Arco del Triunfo que en cuesti

Cuántas veces te habrás planteado aquello de que quizá deberías largarte lejos de esa persona, de que tal vez deberías coger todas tus cosas —muy poca ropa y un montón de recuerdos— y atravesar esa duda, esa puerta, ese Arco del Triunfo que en cuestión de segundos se convertirá en el Muro de Berlín. Cuántas veces cerraste los ojos tan fuerte imaginándotelo que te acabaste haciendo daño a la vista y a la memoria.

Si te ha pasado esto alguna vez, deberías empezar a preguntarte por qué no te fuiste. Y si lo hiciste, deberías empezar a preguntarte por qué corrías mirando hacia atrás, por qué saliste dando un portazo y no cerrando cuidadosamente con llave para después tragártela.

Defiendo el derecho a huir, pero con convencimiento. Siempre he pensando que no hace falta saber hacer magia para desaparecer, basta con ser realista y analizar la situación. Después todo es a base de amor propio y de constancia.

Y créeme, no te culpo de quererte ir haciendo todo el ruido del mundo, porque a todos nos ha pasado. Todos hemos cortado lazos con sierras eléctricas y todos nos hemos incendiado alguna vez para poder hacerle señales de humo a quien teníamos enfrente. Simplemente somos seres humanos, con todo lo bueno y con todo lo malo que eso conlleva. Pero te diré algo, teme más a quien calla y observa que a aquel que se dedica a amenazar; ten miedo de quien coge la puerta con guantes de seda y la cierra con sumo cuidado, porque ese no volverá. No lo hará porque ya ha huido, ha tomado una decisión, en silencio, sin hacer el más mínimo ruido. Y si me lo permites, te daré un consejo: no corras detrás, es imposible que puedas alcanzarlo.

Lo que te quiero decir con todo esto es que no desees hacer algo, simplemente hazlo. Que no será la primera ni la última vez que veas marchar a alguien o que alguien te vea marchar a ti. Que es tan humano el ir y el venir como el querer y el odiarse. Que no deberíamos esperar jamás por nadie, a no ser que ese alguien seas tú mismo. Entonces, para eso, opino que siempre hay tiempo.