Puede que tu ex haya cambiado tanto que te haga plantearte si estuviste borracho durante toda la relación. Puede que te rompiese el corazón, o que lo hayas pasado tan mal por esa persona que creas que has perdido el tiempo. Tenemos la manía de desear que lo que nos hizo daño no nos hubiera ocurrido. Pasar página es necesario, pero "olvidar" a alguien no significa desvalorizar los recuerdos que nos han marcado. Eso sería como olvidarnos de una parte de nosotros con la que no queremos convivir. A veces, solo podemos ver bien mirando hacia atrás, pero eso no significa que tengas que atarte al pasado, ni que tengas que mantener el contacto con esa persona Pasar página es necesario.
"Hay gente que no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde, pero eso no siempre significa que tengan que intentar recuperarlo."

Si se te encoje el pecho al pasar por delante de su casa o sonríes de repente al recordar su carita mientras dormía, no significa que tengas que correr a sus brazos. Superar algo incluye aceptar que ha valido la pena vivirlo, ya sea porque te ha hecho crecer o simplemente porque te ha llevado al momento presente. Por lo tanto, esa persona que te acompañó durante una etapa de tu vida, que te dejó aquella carta que te removió, esa canción que todavía retumba en tu estómago, o esa expresión vuestra que sigues usando, merece un lugar en tu memoria más allá de lo que os separase más adelante. Es una forma sana de aceptar que lo que vivisteis juntos y lo que sentiste no fue en vano aunque terminase, incluso aunque acabarais mal.
Los ex de tu pareja: terreno pantanoso
Por la misma regla de tres, nos toca aceptar algo más jodido: las personas que han estado con tu pareja también son importantes en su vida. El papel exacto que jueguen en su memoria no tiene que obsesionarnos. Es como si te dice que el pueblo en el que ha crecido siempre será un lugar especial, aunque no quiera vivir ahí. Pero en la jungla de sentimientos que son las relaciones, la idea de "ex de mi pareja" despierta en nuestra cabeza algunas bestias indomables.

A los ex de la persona amada los tememos, las idealizamos, los ponemos en un pedestal y acto seguido las tiramos por un acantilado para escupirles después un poco ridículo todo. Estas personas fluctúan en nuestra mente entre el sapo baboso y el ángel celestial. "Seguro que con ella esto no lo hacía", "nunca seré tan especial como él", "ojalá se olvidase hasta de su nombre"... Son algunos de los pensamientos incontrolables que menos nos aportan. El miedo y la inseguridad son los reyes de la pista, pero ¿por qué tenerle miedo al pasado si siempre vamos un paso por delante de él?
Si amas a alguien, con sus detalles únicos y con sus idas de olla, seguramente le miras y piensas que no importa con cuántas 'sorpresas' venga el pack, que te lo quieres llevar entero, suscribirte a su existencia y formar parte de su vida. Pues con ese pack como mínimo vienen sus anteriores relaciones. Parece evidente, pero nos cuesta, nos "ofende", por ejemplo, enterarnos de detalles que no consideramos detalles que no sabíamos. Y eso no debería ser así. Convivir con el pasado no quiere decir glorificarlo, ni que tengáis que hacer una terapia happyflower en la que compartáis vuestros diarios de adolescentes. Basta con que no pretendas controlar ni desees cambiar su vida 'anterior', que es también parte de su vida interior.

Por suerte, las personas no somos un lienzo en blanco. Eso equivaldría a morir de aburrimiento, y hay que borrarse de la cabeza la absurda idea de que es mejor ser el "primer amor" de alguien. Nuestro carácter, nuestras ideas y nuestros valores se ven afectados por nuestras vivencias y la gente con las que las tenemos. Si no querrías borrar todos los libros que ha leído o los lugares que ha visitado, tampoco tienes por qué "rechazar" o desterrar de su cabeza a esa persona que ocupó su cama, su mente y su vida.
Tus ex te han hecho crecer, aunque sea jodiéndote, y no hay que fingir que nunca existieron. Haber pasado por varias etapas y relaciones te aporta más matices emocionales y mayor comprensión sobre ti. Las hostias que te das te dejan marcas que te hacen único, y si nunca has tenido un problema no sabrás como afrontar los que te vengan después. En cuanto a tu pareja, no quieras ser su "todo" ni su "siempre", sino su ahora. Es lo único que tenemos y que podemos cambiar: el presente. Y es cosa de cada uno cómo le damos forma.
