¿Engorda ser feliz en pareja?

La típica broma de que cuando se empieza una relación la gente se da a la “buena vida” puede ser más cierta de lo que pensamos

Igual que el enamoramiento nos quita las ganas de comer; los nervios, las mariposas en el estómago, el tener todo el día la cabeza en las nubes, que ahora tengas pareja puede haber hecho que subas una talla de pantalón aunque también podría ser culpa de Indítex y sus patrones sin sentido. Lo cierto es que diversos estudios y especialistas en nutrición ven una cierta relación entre la felicidad de la pareja y la tendencia a aumentar de peso.

Que si hoy pedimos sushi que hay oferta en el restaurante, que si al día siguiente os hacéis unas birras para desfogarse del curro, que si el viernes toca pizza y, cómo no, el finde salís a comer fuera. Y que no falte algún vinito con unas patatas fritas mientras cocináis juntxs un risotto. Quién no haya vivido esto mientras ha estado o está en pareja que levante la mano. Según recoge El País, algunos estudios apuntan a que la felicidad en pareja es un factor que promueve el aumento de peso, mientras que si las cosas van mal podríamos perder peso. Especialmente ante la posibilidad de una ruptura y vuelta al mercado.

Cabe destacar que es muy difícil estudiar la ganancia de peso en una pareja, además de que es complicado poder establecer una relación de causa-efecto. Sobre todo porque en la ganancia de peso influyen muchos factores, más allá de si se tiene pareja o no. Además, conseguir datos de estas características es difícil. La primera vez que un estudio apuntó a una relación entre la vida en pareja y la ganancia de peso fue en el año 2012. Se publicó en la revista Obesity y en sus conclusiones se estipulaba que cuanto más tiempo una mujer estaba dentro de una relación estable, más engordaba. En el caso de los hombres, esta probabilidad se disparaba durante los primeros años de relación y después se estabilizaba.

Pero esto, según el ensayo, no solo era por culpa de la pareja, sino todo el cambio de logística y rutinas que cambian con el inicio de la convivencia: aparecen más compromisos y acaba habiendo menos tiempo para el deporte. También se apunta que comer con buena compañía nos pone eufóricxs y por eso, si estamos con alguien que come más que nosotrxs también comeremos más de lo normal. 

En las dinámicas de pareja, según explica a El País el dietista-nutricionista Pablo Zumaquero, tienden a contagiarse los malos hábitos. Es decir, a pesar de que una de las partes intente comer sano, si hay otra que se decanta por la comida basura, esta acabará pesando. Un clásico ejemplo es cuando unx de lxs dos pide que no se compren chocolatinas y chuches, y aún así la otra persona sigue metiéndolas en el carro cuando va a hacer la compra. También es cierto que igual que lo malo se contagia, se pueden contagiar los buenos hábitos. Cuesta más, pero cuando pasa, también se produce un efecto eco y la otra parte de la pareja empieza a cambiar.